La devaluación de lo político y de la
participación ciudadana han provocado que entreguemos la discusión y
deliberación de los problemas públicos a un grupo de “expertos” que
parecieran guardar un pote de soluciones mágicas. Inmediatamente, porque
(mal)entendemos que “se trata de matemáticas y no de política”,
comisionamos informes con recomendaciones a economistas de renombre que
nos traen el menú tradicional de recetas neoliberales disfrazadas de
cocina creativa. Recortes en los salarios, beneficios marginales
mínimos, reducción de bonos de navidad y horas extra, flexibilización
laboral, privatizaciones. Recetas que no han contribuido a aminorar la
crisis en los países donde se han implementado y que, por el contrario,
han profundizado la desigualdad social.
Así, la deuda comienza a redefinir
nuestros arreglos institucionales. Se valida la modificación de los
sistemas de retiro y de los beneficios de los empleados públicos a la
vez que se aumentan los impuestos, se achican los servicios y se cierran
escuelas. Al fin y al cabo “se trata de matemáticas, no de política”
repetimos. mientras que con el mantra dejamos de ser ciudadanos para
convertirnos en deudores. Se inserta en el inconsciente colectivo la
creencia de que todos somos igualmente responsables de la deuda. La
democracia es reemplazada por la “deudocracia”. Ya no compartimos el
País, compartimos la deuda.
Sin embargo, en el fondo, sabemos que
no todos somos responsables de lo que benefició a unos pocos. La
auditoría ciudadana es una herramienta poderosa que tenemos para
estudiar la deuda pública y determinar qué porción de ésta es ilegítima o
ilegal antes de continuar con los pagos a cargo del colectivo.
Para ello es importante recobrar la
calidad de ciudadanos que la “deudocracia” nos ha robado. Es
imprescindible recuperar el País, hablar con los vecinos, los compañeros
de trabajo, las madres y los padres en las escuelas, radicalizar la
democracia.
Si no rescatamos nuestra ciudadanía
continuaremos dependiendo de las recetas de los expertos de las
medicinas amargas. Tomar las riendas del País en sentido amplio es
urgente, de otra manera la “deudocracia” seguirá poniendo la deuda
primero que a la gente.
*Publicada en El Nuevo Día el 23 de julio de 2015,
acá.