30.9.10
28.9.10
Mujeres en Puerto Rico exigen despenalización del aborto en América Latina y el Caribe
Foto Primerahora.com |
Hace veinte años se celebró en San Bernardo, Argentina, el V
Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe. Durante en Encuentro se estipuló el 28 de septiembre como el
Día por la Depenalización del Aborto en América Latina y el Caribe. Desde entonces ciento de
organizaciones de la región llevan a cabo manifestaciones con el fin de
concienciar sobre las leyes reproductivas que penalizan a la mujer y la sumen
en profundas desigualdades, acá y aquí.
En Puerto Rico un grupo de mujeres llevamos a cabo hoy un performance en el Capitolio en
solidaridad con las mujeres latinoamericanas y caribeñas que en pleno siglo XXI
no tienen derecho a decidir sobre su cuerpo y para exigir que se despenalice el aborto en la región. Vea el video acá. La prohibición del aborto posiciona a las mujeres en una situación
de vulnerabilidad donde su libertad y sus vidas están en riesgo. En Argentina, nada más, mueren tres mil
mujeres al año a causa de abortos clandestinos, aquí. No nos debe asombrar que
la mayor parte de ellas sean mujeres pobres que no pueden acceder a las
costosas clínicas clandestinas.
El acceso es otro de los problemas; la legalidad no es
suficiente. El aborto, como parte
del derecho a decidir sobre nuestros cuerpos, además de legal debe ser
accesible, garantizando acceso igualitario para todas.
Por nuestos derechos sexuales y reproductivos, por nuestro
derecho a vivir en paz y en equidad, despenalización del aborto ahora.
27.9.10
Acceso al Aborto: Legalidad no es suficiente
PROFAMILIA Y Taller Salud presentaran el documental "Acceso al aborto: la legalidad no es suficiente" en PROFAMILIA a las 6:30 pm llame para confirmar asistencia 787-765-7373 ext 207 o 240
El dolor de los golpes no se puede dibujar
La
violencia de género no es un asunto que pueda tomarse a la ligera. No es tampoco una moda fea, ni un “issue”
pasajero, sino que es un grave problema social resultado de injustas desigualdades
en las cuales, históricamente, las mujeres hemos estado insertas. En este sentido, la violencia doméstica –cuyo nombre de por sí
es problemático- es un asunto complejo que debe tratarse con rigurosidad y
respeto hacia ese Otro que la padece, en su mayoría mujeres.
Foto tomada de Internet |
En
ocasión del IV Compromiso Pro Bono la profesora Rima Brusi nos proponía reconceptualizar
el encuentro con el Otro, acá. En
esa reconceptualización decía –hablando de los y las estudiantes que se
comprometían- “se van a envolver en una relación con el otro, no
desde un lugar de superioridad, de identidad, o de caridad, sino desde un lugar
de aprendizaje, de comprensión, y de acción. Y en el proceso, estarán
practicando otras formas de encuentro, formas que nos permitan repensar las
maneras en que estructuralmente se violentan y obstaculizan hoy las
posibilidades humanas, y aprender, usar y producir los conocimientos que le
permitan a los humanos rescatar sus posibilidades”. En este caso ese Otro no es aquél que se definía
en la ponencia como pobre, marginal, necesitado o desventajado; en este caso ese
Otro es la mujer víctima de violencia doméstica. El encuentro con la violencia doméstica,
como decía Rima, tiene que ser desde el aprendisaje, la comprensión y la acción,
de otra manera nos prestamos a ser parte de aquellos y aquellas que obstaculizan
las posibilidades de las mujeres.
Quizá
resulte un poco monótono volver a la distinción entre sexo y género. Sin embargo es indispensable comenzar
por ahí. El sexo se refiere a las características anatómicas y diferencias biológicas entre hombres y mujeres. En ese sentido, estas características de los
diferentes sexos propician que, cultural e históricamente, se asignen
diferentes roles a hombres y a mujeres a través de los procesos de socialización, lo que podríamos definir como género. La capacidad de la mujer de gestar, alumbrar
y lactar, por ejemplo, han –en buena medida- determinado que ésta sea relegada
al ámbito de lo doméstico. Es por
ello que el significante “violencia doméstica” es violento en sí mismo: significa
que el espacio de la mujer es, exclusivamente, el hogar y su espacio de acción
es, esencialmente, el relacionado a la casa: cocinar, criar a los hijos e
hijas, ocuparse de la administración del hogar, entre otras cosas.
Si
tomáramos como punto de partida las palabras de la profesora Rima Brusi podríamos
decir que la violencia de género surgen de la desigualdad. Es decir, el haber circunscrito la
mujer a la casa y su administración estableció una cadenas de
desigualdades. Las desigualdades
políticas, sociales y económicas propiciaron que las mujeres fueran tratadas
como un objeto: objeto de satisfacción sexual, objeto de reproducción, objeto de producción,
entre otros, y ese tratamiento a su vez justificaba que se la agrediera si se
apartaba de ese rol asignado en una cultura determinada. De esta manera, las
mujeres tenemos menor participación en la política, somos mucho más pobres,
vivimos en condiciones más precarias, tenemos menos acceso a los servicios de
salud, aún cuando en países como Puerto Rico tenemos una alta tasa de
escolaridad seguimos ganando menos que los hombres, participamos de una doble –y
muchas veces triple- jornada de trabajo.
Una
mirada retrospectiva al siglo XX nos deja ver cómo desde inicios del mismo se
reconoció la necesidad de establecer arreglos destinados a terminar con las desigualdades
y propiciar así una convivencia en paz a través de la equidad. Sin embargo, en pleno siglo XXI en
Puerto Rico –y en el mundo- las mujeres seguimos siendo asesinadas por nuestros
compañeros. Así, sólo por
dar un panorama a vuelo de pájaro, la primera ola feminista estuvo vinculada al
movimiento sufragista y la consecución de derechos civiles. No fue hasta los años 60 -70 que las
feministas comenzaron a cuestionar el sistema, cuestionando todas las
relaciones de poder en que las mujeres estaban insertas: género, clase, raza. Posteriormente, a mediados de los años 70,
nace el feminismo de la diferencia cuyo postulado básico es la defensa de las carácterísticas
propias de la mujer. Luego de esto podemos encontrar el feminismo posmoderno,
el anarcofeminismo, el feminismo marxista, el ecofeminismo, entre muchas otras corrientes.
Lo fundamental es ver cómo
las mujeres hemos desarrollados herramientas conceptuales y teóricas para
explicar las desigualdades y transformarlas en arreglos equitativos y por ende
justos.
La
violencia intraparejas, de género o contra la mujer, no puede ser atendida sin tomar
esto en consideración. Es decir,
si no comprendemos el complejo entramado de desigualdades, falta de
oportunidades y acceso del Otro, no podremos ofrecerle soluciones justas y éticas. La violencia contra la mujer es una cosa
seria, en Puerto Rico han muerto 18 mujeres en lo que va del año, y la denuncia
es pública todos los días. Los
proyectos, aunque sea de denuncia, que no se sensibilizan frente a este
problema social que en Puerto Rico tiene ya una dimensión de salud pública, no
abonan a la solución del problema. El norte de
cualquier proyecto ético-político debe ser construir instituciones equitativas
que fomenten la convivencia en paz, concienzar sobre los roles de género
impuestos desde arriba por un orden político que es patriarcal, que está basado
en la relegación de la mujer al ámbito doméstico y que funda su base económica
en el trabajo cuasi-esclavo femenino y en su explotación sexual y reproductiva.
Nos
matan no porque esté de moda matarnos o agredirnos física y emocionalmente, nos
matan porque nos piensan inferiores, sumisas, débiles, menores, domésticas,
objetos, entre muchas otras cosas.
Que nos maten no es una moda fea, es un problema social que debe ser
atendido como tal principalmente a través de la educación, con currículos
escolares que incluyan perspectiva de género, deconstruyendo los mitos
fundamentalistas, exigiendo participación en las decisiones que nos involucran
directa o indirectamente.
* En la sección artículos de interés podrás encontrar los artículos que se publicaran en Claridad en el suplemento En Rojo "Repensar el género para combatir la violencia".
17.9.10
Columna: La "Reforma Laboral" y el análisis ausente*
Por los pasados meses el sector empresarial ha estado impulsando persistentemente su deseo de lograr una “Reforma Laboral”. Hasta el momento, quienes la impulsan no han mostrado claramente cómo sus propuestas solucionarán de manera justa los problemas que afectan nuestro escenario laboral. A pesar de insistir sobre la necesidad de dicha “reforma”, el sector empresarial no ha mostrado evidencia empírica que sustente su propuesta y ni siquiera ha citado algún estudio conocido que sostenga su hipótesis. Al día de hoy, los empresarios han justificado la validez de su propuesta simplemente dando por cierto que la reforma es necesaria. El argumento repetido busca lograr que se tome como una verdad incuestionable que la eliminación de las protecciones que tienen los trabajadores y la reducción de ciertos beneficios resolverán problemas como el desempleo, la baja participación laboral y la competitividad económica de la Isla.
Lo preocupante de este planteamiento es que el gobierno próximamente presentará una “Reforma Laboral” sin haber cuestionado las hipótesis ni los argumentos que los propulsores enarbolan. Dicha actitud refleja irresponsabilidad e indeferencia. Ejemplo de ello es la Resolución 151 del representante José Chico Vega, la cual tiene como fin investigar “el impacto económico de las leyes laborales en el costo de hacer negocios en Puerto Rico” y en su exposición de motivos acoge todas las premisas presentadas por el sector empresarial sin cuestionamiento alguno.
Echando mano a una retórica de ocasión sobre su “preocupación” por los altos niveles de desempleo, los sectores empresariales promueven una “Reforma Laboral” como solución. La propuesta resulta altamente paradójica porque viene del mismo sector que meses atrás favoreció el despido masivo de decenas de miles de empleados públicos y que -aún en momentos de crecimiento económico- despide a miles de trabajadores con el único fin de cumplir sus expectativas de ingresos. Sus prácticas sólo han logrado aumentar el desempleo.
Otro elemento que queda por cuestionar es la efectividad que tendría la propuesta de una “Reforma Laboral” para solucionar los problemas señalados. Debemos recordar que ésta no es una idea nueva ya que en 1998, atendiendo el reclamo de éste mismo sector, el gobierno implementó una serie de enmiendas a varias leyes laborales. Como se pronosticó en aquel entonces, y hoy constatamos, la reforma laboral no logró resolver el problema de desempleo, la baja participación laboral o la competitividad económica de la isla.
Recordemos que ésta no ha sido la única propuesta de este sector dirigida a solucionar los problemas del mercado laboral. Las enmiendas a la Ley de Cierre, la nueva “Ley de Incentivos Industriales” y la reducción de la plantilla gubernamental fueron enunciadas como medidas correctoras de los problemas en el mercado laboral. Como sabemos, ninguna de ellas tuvo el resultado predicho. Debemos preguntarnos, ¿por qué el gobierno insiste en implementar, sin cuestionamiento alguno, las propuestas de un sector que, por experiencia previa, conocemos no traerán resultados positivos?
Un asunto tan serio como una reforma laboral no puede ser atendido bajo la terrible falta de profundidad en el análisis y la ausencia de estudio que, lamentablemente, es costumbre al manejar muchos asuntos en este país. Esta propuesta no puede tomarse a la ligera y sin someterla a un examen minucioso; hacerlo así pondría en riesgo los términos y las condiciones de empleo y, por consiguiente, las condiciones de vida de miles de trabajadores y sus familias.
*Columna del compañero Iram Ramírez, profesor y representante sindical, publicada hoy en El Nuevo Día, página 69.
15.9.10
No a la Reforma Laboral
Foto tomada de Internet repeatingislands.com |
Últimamente a los economistas –y el los, así, no inclusivo
es adrede- les ha dado con afirmar, una y otra vez, que la reforma laboral es
necesaria. Ayer, Vicente
Feliciano, decía convencido [l]a
reglamentación laboral vigente contribuye a que muchos individuos permanezcan
en la pobreza y el bienestar social, mientras que sirve de lastre al progreso
del País, acá. Su
argumento principal es que los beneficios que los trabajadores y las
trabajadoras gozamos en este, como diría el profesor Efrén Rivera Ramos, tímido
Estado de Bienestar, son excesivos.
Vicente Feliciano, como el economista a sueldo de las
diferentes administraciones, Gustavo Vélez entiende que lo justo es desregular
el mercado laboral, reducir los beneficios al mínimo y dejar que la libertad de
contratación sea quien guíe el escenario laboral. Parece que estos señores quieren viajar en la máquina
del tiempo y volver a 1905. En
1905 el Tribunal Supremo de los Estados Unidos, en el caso Lockner v. New York,
decidió que limitar la jornada laboral de los trabajadores interfería con la
libertad de contratación y así inició una era donde el Tribunal Supremo fue el
principal escollo para la legislación progresista que se intentaba aprobar.
Este argumento libertario también pasa por alto que la legislación
protectora del empleo que hoy tenemos es el resultado de décadas de luchas
obreras por la consecución de arreglos más justos. No podemos pensar que una sociedad para todos y para todas
la economía se levante en detrimento de los ciudadanos y las ciudadanas y que su fundamento
principal sea la explotación del otro.
No podemos aceptar que nuestros derechos adquiridos como
trabajadores y trabajadoras se vayan por la borda. En este sentido el profesor Efrén Rivera Ramos nos alerta
sobre esto en una magnífica columna que se publicara hoy, aquí. El problema no pueden ser nuestros
derechos laborales, el problema es que las ganancias de los grandes
conglomerados corporativos están basadas en una desigualdad macabra y
estructural que no sólo oprime a los trabajadores y a las trabajadoras sino
también a los pequeños y medianos comerciantes.
Nuestra continua mirada a la metrópolis nos impide mirar a
los países verdaderamente desarrollados.
En Holanda, por ejemplo, los padres gozan de una licencia por paternidad
y la jornada laboral es de 33 horas semanales. Sin embargo, en pleno siglo XXI, los economistas de Puerto
Rico se atreven a decir que la Ley de Madres Obreras y Ley 80 de despido
injustificado son una traba en el desarrollo de nuestro país.
Es hora ya que empecemos a pensar en conseguir arreglos
justos –no me cansaré de decirlo- basados en la equidad. No podemos seguir apostando a la
desigualdad como ordenador social.
Simplemente no. No a una reforma laboral basada en la explotación de los
trabajadores y las trabajadoras, simplemente no.
Columna de Efrén Rivera Ramos
CATEDRÁTICO DE DERECHO
Septiembre 2010
Las crisis y los derechos
Las respuestas gubernamentales a las crisis pueden tener efectos devastadores para los derechos de los ciudadanos. Abundan los ejemplos en los que los recortes fiscales, la disminución de los servicios, la privatización y medidas similares vienen acompañadas de reducciones en los derechos.
Ello es explicable. Los derechos, sobre todo los civiles y políticos, como los de expresión y asociación, que sirven para canalizar la protesta, constituyen una molestia para quienes interesan despacharse el bizcocho económico con la cuchara grande. De ahí la proliferación de prácticas y medidas represivas de toda índole.
También se ven menoscabados los derechos sociales y económicos, como el derecho al trabajo, a la salud y a la educación, que son los instrumentos normativos necesarios para articular los reclamos de los más necesitados.
El despido masivo de empleados públicos sin atención al principio del mérito, las reformas de las leyes laborales para desproteger a los empleados del sector privado y el empobrecimiento de la educación pública constituyen ejemplos recurrentes. La represión y la desigualdad hacen, pues, su aparición tomadas de la mano.
Cuando la crisis es política, la tentación de constreñir los derechos es todavía más patente. En algunas circunstancias, lo que pretenden los gobiernos es defender a toda costa el estado de cosas vigente, reprimiendo, a veces violentamente, los reclamos de cambio a favor de los más desfavorecidos. En otras, se hace todo lo contrario. Se intenta desmantelar las instituciones que sirven de garantías a los derechos con el fin de instaurar una nueva realidad política afín con los intereses de los que gobiernan.
Las crisis sociales, reinterpretadas oficialmente como crisis de seguridad en el sentido policiaco, pueden, por otra parte, constituir la excusa perfecta para proponer, a veces con respaldo popular, el abandono de derechos personales y colectivos que son el fruto de esforzadas luchas del pasado.
Cuando la crisis tiene como base la debilidad de las instituciones, el ataque contra los derechos se torna más ominoso aún. En esas situaciones, las personas afectadas por los atropellos no podrán contar con instituciones fuertes a las cuales acudir para que les ayuden a garantizar el disfrute efectivo de sus derechos.
Entre esas instituciones habría que contar a los sindicatos, las asociaciones profesionales, los tribunales, la prensa, las universidades, sobre todo las públicas, y los movimientos sociales de diversa índole.
De ahí que los gobiernos que ven cuestionadas seriamente sus políticas económicas y sociales cedan a la tentación fácil de intentar debilitar o desmantelar aquellas instituciones que puedan hacerles frente.
Pero más peligrosa que la violación de determinados derechos, es la amenaza que las situaciones de crisis le plantean a la idea misma de los derechos. Es común que los sectores gobernantes, al igual que los grupos dominantes económica y socialmente, comiencen a propalar un discurso cuyo objetivo es desvalorizar el concepto de los derechos como principio organizador de la comunidad política.
Los argumentos suelen girar en torno a privilegiar nociones como la seguridad pública, la estabilidad económica, la competitividad, la preservación de la moral o el apoyo a la familia tradicional como valores que deben tener primacía sobre los derechos de los ciudadanos, los trabajadores, los consumidores, las minorías sexuales o simplemente los diferentes.
Por eso vemos llenarse los registros legislativos de proyectos de ley de toda índole dirigidos a disminuir o sencillamente suprimir los derechos.
Una estrategia discursiva recurrente es intentar anular la idea de los derechos sustituyéndola con el paradigma conveniente del culto supremo a la voluntad electoral de las mayorías. Según ese criterio, basta haber obtenido un triunfo electoral abrumador para tumbar cabezas, es decir derechos, a troche y moche.
Puerto Rico, por supuesto, no está ajeno a estas realidades. De ahí la necesidad de la vigilancia y la lucha constante por defender no sólo los derechos ya ganados, sino los que nos falta por conquistar.
Septiembre 2010
Las crisis y los derechos
Las respuestas gubernamentales a las crisis pueden tener efectos devastadores para los derechos de los ciudadanos. Abundan los ejemplos en los que los recortes fiscales, la disminución de los servicios, la privatización y medidas similares vienen acompañadas de reducciones en los derechos.
Ello es explicable. Los derechos, sobre todo los civiles y políticos, como los de expresión y asociación, que sirven para canalizar la protesta, constituyen una molestia para quienes interesan despacharse el bizcocho económico con la cuchara grande. De ahí la proliferación de prácticas y medidas represivas de toda índole.
También se ven menoscabados los derechos sociales y económicos, como el derecho al trabajo, a la salud y a la educación, que son los instrumentos normativos necesarios para articular los reclamos de los más necesitados.
El despido masivo de empleados públicos sin atención al principio del mérito, las reformas de las leyes laborales para desproteger a los empleados del sector privado y el empobrecimiento de la educación pública constituyen ejemplos recurrentes. La represión y la desigualdad hacen, pues, su aparición tomadas de la mano.
Cuando la crisis es política, la tentación de constreñir los derechos es todavía más patente. En algunas circunstancias, lo que pretenden los gobiernos es defender a toda costa el estado de cosas vigente, reprimiendo, a veces violentamente, los reclamos de cambio a favor de los más desfavorecidos. En otras, se hace todo lo contrario. Se intenta desmantelar las instituciones que sirven de garantías a los derechos con el fin de instaurar una nueva realidad política afín con los intereses de los que gobiernan.
Las crisis sociales, reinterpretadas oficialmente como crisis de seguridad en el sentido policiaco, pueden, por otra parte, constituir la excusa perfecta para proponer, a veces con respaldo popular, el abandono de derechos personales y colectivos que son el fruto de esforzadas luchas del pasado.
Cuando la crisis tiene como base la debilidad de las instituciones, el ataque contra los derechos se torna más ominoso aún. En esas situaciones, las personas afectadas por los atropellos no podrán contar con instituciones fuertes a las cuales acudir para que les ayuden a garantizar el disfrute efectivo de sus derechos.
Entre esas instituciones habría que contar a los sindicatos, las asociaciones profesionales, los tribunales, la prensa, las universidades, sobre todo las públicas, y los movimientos sociales de diversa índole.
De ahí que los gobiernos que ven cuestionadas seriamente sus políticas económicas y sociales cedan a la tentación fácil de intentar debilitar o desmantelar aquellas instituciones que puedan hacerles frente.
Pero más peligrosa que la violación de determinados derechos, es la amenaza que las situaciones de crisis le plantean a la idea misma de los derechos. Es común que los sectores gobernantes, al igual que los grupos dominantes económica y socialmente, comiencen a propalar un discurso cuyo objetivo es desvalorizar el concepto de los derechos como principio organizador de la comunidad política.
Los argumentos suelen girar en torno a privilegiar nociones como la seguridad pública, la estabilidad económica, la competitividad, la preservación de la moral o el apoyo a la familia tradicional como valores que deben tener primacía sobre los derechos de los ciudadanos, los trabajadores, los consumidores, las minorías sexuales o simplemente los diferentes.
Por eso vemos llenarse los registros legislativos de proyectos de ley de toda índole dirigidos a disminuir o sencillamente suprimir los derechos.
Una estrategia discursiva recurrente es intentar anular la idea de los derechos sustituyéndola con el paradigma conveniente del culto supremo a la voluntad electoral de las mayorías. Según ese criterio, basta haber obtenido un triunfo electoral abrumador para tumbar cabezas, es decir derechos, a troche y moche.
Puerto Rico, por supuesto, no está ajeno a estas realidades. De ahí la necesidad de la vigilancia y la lucha constante por defender no sólo los derechos ya ganados, sino los que nos falta por conquistar.
12.9.10
De San Juan a Fajardo
De San Juan a Fajardo se ven
muchas cosas aunque, debo confesar,
que la ruta 66 no es tan pintoresca como la 3. De San Juan a Fajardo se ven muchas cosas. Pobreza. Muchas
cosas. Pobreza. Muchas cosas.
En Fajardo el paisaje es muy mono
porque es un paisaje con muchos contrastes. Contrastan los verdes, la opulencia y la pobreza. ¿Te diste cuenta lo pintoresco que es?
Mientras manejaba, con El
Conquistador como destino final, me pregunté si l@s que van para el hotel se
preguntan en algún momento sobre la justicia de los contrastes. Es decir, si puede ser justo que
mientras el hotel crece, imponente, como todo Conquistador, las casas de los
conquistados y de las conquistadas enclaven en una especie de pozo que, cuando
llueve, seguramente se inunda.
Me pregunté si, en nuestros
arreglos sociales y políticos, ya se normalizó el hecho de que mientras unos
disfrutan en una especie de otro país, los Otros, los -literalmente- de abajo
vivan en la pobreza.
El hotel les da trabajo dirán,
sin el hotel los índices de desempleo serían aún mayores, explicarán. Sí, seguramente el hotel se lucra de la
explotación de los trabajadores y las trabajadoras locales. Poco o nada sabrán de salarios
equitativos y seguramente ninguno de ellos o ninguna de ellas pueda pagar una
noche de hotel o un trago en la barra.
En cuba, los cubanos no pueden ir a los hoteles internacionales. En Puerto Rico los y las de abajo –de
nuevo literalmente- van a trabajar, los del medio vamos a las convenciones y un
puñado duermen en sábanas 1200 Thread Count Egyptian
Cotton para luego disfrutar un magnífico desayuno buffet.
10.9.10
Ante el Fallecimiento de Don Juan Mari Bras por Fernando Moreno Orama
Antes que nada quiero agradecerle a mi amigo y compañero, Fernando Moreno Orama, por permitirme reproducir esta versión de un escrito que debe estar ya circulando por otros medios. Lo publico en su versión original porque, como socialista que soy, me conmoví al leerlo. Les invito a visitar el blog de Nando que, además de recién graduado de la Escuela de Derecho de la UPR, es tremendo cuentista.
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Ningún hombre más grande que el hombre que se
vence a sí mismo por cumplir con su deber: ningún hombre sublime, sino el
hombre que ha doblegado tan eficazmente sus inclinaciones desordenadas, que
jamás falta a sus deberes.
– Hostos
Foto tomada de Internet |
Hoy los estudiantes hemos vuelto a bajar la bandera de los Estados
Unidos de la Torre de la Universidad.
Hoy nos hemos reunido en acto subversivo para abrirle las puertas de
nuestra Alma Mater a Don Pedro Albizu Campos. Hoy reivindicamos nuestra
nacionalidad, nuestra Patria, hoy somos ciudadanos de la humanidad. Hoy es 1948
y hemos sido expulsados porque los salones de clases se hacen pequeños, y
necesitamos espacio para construir un País mejor.
Hoy despedimos a Don Juan Mari Brás, pero nos quedamos con lo más puro
de su pensamiento, con lo más osado de sus acciones, con todo su incondicional
desprendimiento, con su verbo más oportuno, pero sobre todo, con su amor por
una nación libre y justa.
Nos quedamos con un modelo de ciudadano, con un modelo de jurista, con
un ejemplo inmortal de quien supo compaginar, según las necesidades de cada
coyuntura, cada uno de los frentes de acción disponibles para reivindicar la
dignidad de todo un pueblo, preservar los derechos más básicos de libertad y
asociación y luchar por un porvenir que hermane solidaridad y esperanza.
Hoy Don Juan Mari Brás es paradigma y nosotros y nosotras como
estudiantes de Derecho tenemos darle continuidad a su obra y asumir la total
responsabilidad que los tiempos nos imponen.
Descansa en paz Juan Mari Bras
Esta madrugada, en su hogar en Río Piedras, falleció el líder independentista, abogado, profesor de Derecho y periodista don Juan Mari Bras. Mari Bras dedicó su vida a la lucha por la independencia de Puerto Rico, fue clave en el desarrollo del movimiento estudiantil puertorriqueño y un ejemplo de vida, solidaridad y amor para todos y para todas. Descansa en paz Mari Bras.
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