31.7.10

Borran Mural del Movimiento Amplio de Mujeres

Dejo por acá un enlace al blog de la compañera Verónica Rivera Torres que nos relata lo acontecido hoy con el mural contra la violencia machista que pintara nuevamente el Movimiento Amplio de Mujeres.

Lo que sucedió esta tarde es inconcebible y por eso l@s invito a decir, con más vehemencia que nunca, basta de violencia contra las mujeres porque la censura es un tipo de violencia también. Basta ya!

27.7.10

Tratado de Fotografía Contemporánea (continuación)*

Foto tomada de Internet
Destituida de la forma lo sublime vuela
hasta representar el infinito
(quizás en un té de manzanilla servido en la calle)
como el humo y el aroma se niegan a tener finalidad.
Estas palabras son un artefacto
que se aleja de las comparaciones.
Si algún número tiene la idea de lo grande
entonces, ¿cuantas imágenes desde Punjab son necesarias?
Una, quizás.
Y el único fin de esa mirada natural que está allí
es quien mira.
Sé que no está claro
La belleza deber poder ser pensada
como una naturaleza acorde a las posibiidades de la libertad. Sin embargo, aprisiona,
y eleva sobre la producción el deleite.
¿Cómo tan cerca de la piel algo que está fuera de mí?
Tu fotografía: la imagen es para mi razón
un fin práctico, el delirio. El delirio como una vía
que corre paralela al arte sin llegar a serlo todavía.
Falta que estés aún más lejos en el olvido
y eso no va a suceder. Y eso que no sucede
es la negación del dominio de la naturaleza
(¿otra vez el arte es desearte?)
sobre todo aquello que enlaza desde sí
cosas antagónicas como lo que llevo en el sueño
como un cofre y lo que guarda mi mirada que no es para mí.
Lo tangible que hay en estas palabras es una suerte de dolor
que es la contrapartida de decir algo.
El silencio es una modificación antigua del lenguaje
que repara en la dura ley de lo que somos,
estos ojos que tienden a hacer coceptos entre la distancia
entre tus ojos que habrán visto los búfalos de agua
en alguna ciudad de cal.
¿Arde, entonces, todo lo que es mediación?
Quisiera que no supieras que miro las imágenes
pensando en que el arte
debería ser todo el dolor acumulado en la historia
pero tu fotografía al lado de la estatua de Sibelius
es sólo una intención elemental de recordar
y ni siquiera es mi mirada.


*Continuación de un poema inédito de Vicente López Cabral

26.7.10

Conocí un Caracol Zapatista por Mariana del Alba

Les comparto por acá esta gran historia que Mariana del Alba nos regala hoy y que merece que todas y todos la leamos.

***

Un mito que se convierte en: La Realidad, o quizás en un caracol.
Hablo de un mes de mayo en Chiapas, México. 

Foto de Mariana del Alba

Son las cuatro o cuatro y cuarto de la mañana, una mañana fría y sumamente oscura. La contaminación de la ciudad no llega a esas tierras húmedas y sufridas en el sureste de este país. En esta ciudad indígena el andar es diferente, los rostros también lo son, quedan rastros en las gentes de un pasado doloroso y de una lucha que ha sido eterna y que continúa. Sí hubo un alzamiento por parte de las comunidades indígenas víctimas de los atropellos del mal-gobierno mexicano. Sí se le declaró la guerra al gobierno, es decir, al mal-gobierno. Sí existen las injusticias inimaginables por nosotros. Las mujeres zapatistas sí han subrayado la historia, esa historia -dice Marcos- que sería una historia mal hecha sin ellas. Sí estos hombres, mujeres, ancianos y niños zapatistas luchan por el tránsito libre de la democracia en México. Sí el Insurgente Vicente Guerrero gritó una vez: “Vivir por la Patria o morir por la Libertad”. Los muertos gritan: PARA TODOS TODO. La ciudad guarda cuidadosamente sus cicatrices y se ratifican en la fuerza de su movimiento. Todas estas afirmaciones corresponden a un sector que se cansó de no ser escuchados, de tener muertes innecesarias y se cansaron de la expropiación de tierras por parte del Estado para dárselas a agentes externos. La lucha se da por las tierras, por la historia y por el saber. La lucha en contra la deshumanización de las instituciones estatales y de los grandes negocios. Luchan por mantener sus hogares en esas tierras llenas de historia, por evitar la extracción de la reserva petrolera, las maderas exóticas y el uranio. Es una lucha en contra del neoliberalismo. Es la palabra hecha revolución. 

La frase: “La guerra por la paz” podría considerarse contradictoria y contraproducente si se tratara de un gobierno imperialista y asesino. Todo lo contrario sucede cuando se lucha porque ya no hay nada que perder, cuando tienes un gobierno que discrimina en tu contra por ser indígena, por ser mujer o por ser pobre, ignora los reclamos de los pueblos y les quita su hogar, que es su único método de producción. Por estas calles de San Cristóbal se respira historia, y quedan partículas de un alzamiento indígena realizado un primero de enero del año noventa y cuatro. Estos callejones son el refugio por las noches de niños y niñas indígenas que no tienen a dónde ir. Todo ser humano camina estas calles, muchas de ellas peatonales. Admito que tengo una obsesión por estas calles, creo que por eso las fotografío tanto intentando captar como el Sol ilumina las mismas dándoles otro sentido según llega la noche, es como si una calle tuviera personalidades conforme pasa el día. De pronto las gentes que las caminan son diferentes, unas tienditas abren y otras cierran, los niños indígenas que venden collares reaparecen cansados, sudados y con los mismos collares de la mañana. 

Todo esto pasa por mi cabeza mientras me dirijo a la selva chiapaneca. Según subimos estas montañas más espesa es la neblina. Hay extraordinarios paisajes apenas visibles, la vista se me frunce intentando ver más allá de la neblina. Pero no importa, porque sé exactamente dónde estoy y hacia dónde me dirijo, al menos eso creo. Nuestro guía parece conocer muy bien la historia de los zapatistas, sus comunidades y su gente. Nuestro guía se llama Yoni. A Yoni le robaron la bicicleta antes de conocernos y no obstante el mal rato nos trata como si nos conociera de siempre, nos contesta las preguntas con un entusiasmo increíble y nos abraza con su conocimiento y admiración hacia los zapatistas. Él trabaja valorando cada centímetro de las tierras y de los indígenas, nos habla de las montañas como si acabara de emerger de ellas logrando que por su descripción pudiéramos darnos cuenta del olor de esa tierra, del olor a un pueblo oprimido que ama su tierra: en este momento la tierra nos está hablando y cautelosamente nosotros escuchamos lo que tiene que decir. Viajamos por horas hasta llegar a un portoncito de madera con una caseta de vigilancia muy rústica. Por ahí vienen dos hombres con pasamontañas, se pueden ver muy poco por la neblina espesa que sirve como protección de ellos, la veo como parte de su vestimenta que los cubre a lo lejos para no ser vistos. Según se acercan se define la imagen. Los veo a los ojos a través del cristal del auto. Pienso en lo jóvenes que se ven para estar armados y con pasamontañas. Y automáticamente me retracto. Son jóvenes que han vivido cosas que un anciano en mi país jamás ha vivido, ni vivirá. Los veo como seres superiores, inalcanzables. Los veo como dignos ejemplos, porque tienen de seguro mi edad y viven una vida eterna de lucha y amor. Sé que están hablando porque veo sus ojos moverse, es lo único que puedo ver de la cara. Me parece que hasta se están riendo de nosotros. ¿Qué les parecerá tan gracioso? Quizá ver un grupo de jóvenes curiosos y atenderlos cuando de seguro tienen mejores cosas que hacer. Digo quizás porque no sé la respuesta y nunca la sabré. Nos hacen esperar durante un tiempo que no puedo descifrar, porque la noción del mismo la perdí desde que encaminamos hacia acá. Hablan en voz baja y en su lengua para no ser descifrados por nosotros. Nos dejan entrar. Bajamos una cuesta arenosa y con desniveles, su carretera principal. Hay muchas cabañas artísticas, llenas de hermosos murales que narran su vida como pueblo luchador. Llegamos a una cabaña que decía afuera en colores muy lindos: Junta de Buen Gobierno. Me siento en un banquito de madera pegado a la pared y escucho que adentro hay una serie de murmullos y movimientos. Y en estos momentos estoy experimentando un sentimiento que jamás había sentido: estar cerca de una verdadera autoridad, un verdadero gobierno. Hoy en una simbología reconfortante el pueblo indígena marginado por otros cuenta con el aprecio y el apoyo incondicional de su gobierno autónomo. Y yo en unos instantes conoceré a estos líderes natos y de excelencia. De pronto, se abre una puerta ruidosa y no se escuchan voces, mis compañeros de viaje entran y yo en medio de mi reflexión no me doy cuenta de que ya era la hora del encuentro. Despierto de esta hemorragia de ideas y recuerdos cuando ella sale de la casita y me llama: “Entra… te guardamos un espacio”. ¿Qué tipo de “espacio” podría ocupar yo en este lugar cuando el corazón y la pasión de esta gente no caben en todo Chiapas? Claro que me refiero a otro espacio, ya saben, ese que es humano. El espacio físico que me guardó ella fue en el medio de todos y al frente de todos. Los tenía a todos a distancia de un metro, nos dividía un viejo escritorio lleno de papeles. Se disculpan por no poder hablar bien el español antes de hablarnos de su historia y sus problemas en la actualidad. Por mí que hablen en sus lenguas porque aunque no entienda su lengua sí entenderé su lucha, su historia, su sufrimiento, su valor y su dignidad. El hecho de que se dirigieran a nosotros personalmente -con la idea de compartir sus problemas para concientizarnos y sensibilizarnos- me emociona y me enfurece. 

Luego de una larga conversación donde compartimos experiencias nos dejaron caminar libremente por su comunidad. Entramos nuevamente a la neblina y al camino arenoso. Seguimos bajando la cuesta hasta ver sus maizales, esos que –en momentos de guerra- los helicópteros y aviones del estado les lanzaban venenos para matar la cosecha y dejarlos con hambre. Se terminó el camino y tuvimos que caminar por uno improvisado para llegar a la escuelita. Una escuelita con niños indígenas de varias comunidades con lenguas y costumbres diferentes pero con un enemigo en común: la ignorancia. La combaten a diario caminando hasta su escuelita y compartiendo conocimientos liberales y valores de solidaridad, valentía y dignidad. Me escondo bajo una pared en las afueras de un aula y escucho a la maestra hablando de Ernesto Guevara y su dedicación incondicional para liberar a Latinoamérica del Imperio opresor. Ojalá hubiera podido tener esta educación desde pequeña en la escuela, que me hablaran de Emiliano Zapata, Ernesto Guevara, José Martí, Benito Juárez, Salvador Allende, Luis Ignacio Lula Da Silva, Evo Morales, entre muchos otros. Ojalá su valentía y dignidad fuera conocida por todo ciudadano en mi Isla. Ojalá se pudiera concientizar desde temprano a la sociedad, de seguro así no habría tantos atropellos a los derechos humanos. Basta de reflexiones, hace frío y ya nos tenemos que ir. Subiendo el camino arenoso veo los murales que no había visto cuando bajaba. Cada vez veo más definida la barrera de madera que divide la comunidad autónoma de la carretera que nos lleva nuevamente a San Cristóbal de las Casas. Y recuerdo un escrito de Marcos que dice: “Hay quienes incluso marchándose se quedan. Y hay quienes quedándose de van. El México de abajo es vocación, lucha, valentía, solidaridad, barrio, raza, es cuate, es huelga, es marcha, es mitin, es toma de tierras, es cierre de carreteras, es: No les creo, no me dejo.” Con tristeza y nostalgia me monto en ese auto que nos trajo, esta vez dejando atrás a un pueblo con vergüenza, un pueblo que no se rinde, que resiste y es digno. Marcos escribió: “Hablando y escuchando aprenden a caminar los hombres y mujeres verdaderos/as”. Vaya que aprendimos hoy a escuchar, escuchar y –si es necesario- luego hablar. En silencio nos vamos, no nos cabe espacio en la mente para entablar conversación entre nosotros/as. Nos vivimos los sentimientos del encuentro y la admiración de manera individual. Y nos despedimos pensando en un: HASTA PRONTO.



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Si un día me preguntan: ¿te gustaría regresar? Contestaré: Nunca me fui. Ya que ese día de mayo lo recuerdo siempre y mientras se mantenga vivo el recuerdo, viven ellos y viven las tierras, vive la resistencia, la democracia, la dignidad y la lucha de los indígenas de México y de todo el mundo. Mientras vivan no hay claudicación.




23.7.10

Tratado de Fotografía Contemporánea*

La belleza, entendida como lo que a mí me da la gana de llamar belleza,

es una maldición que sonríe y llega cálida a pesar de que sonríe
desde Helsinski


una herida en alguna fibra que se hiela con el toque de tu lengua
recién saboreada por un helado de azafrán 

la belleza
la puta belleza entendida como lo sublime y lo siniestro
desde alguna ciudad perdida de la pérdida

que jura y perjura que es posible perdonarle que es terrible

y que pretendo que me eleva sobre mi propia animalidad

pero me anima a ladrar que la belleza es capaz de tragarse lo que soy

transformada en una boca que acaba de probar el cardamomo

y proferir de manera amena un verso despiadado y de seda

que se encuentra en los libros sagrados 
de los antiguos habitantes

del valle del Indo
y definir la belleza es callarse de manera azul en el silencio
que es la lengua de los antiguos brahmanes
eso es entender la naturaleza quebrada de una imagen
que me sonríe desde otro vértigo imantado llamado lugar
sonriendo más alla de lo conceptual como si no lo fuera,
como si fuera algo para el sujeto y no, es algo libre, 

como la palabra atman
o
lo que me dé la gana de morir y maldecir en un modo amplio,

con las coordenadas del tiempo y el despacio modo de viajar,

y hay algo escindido en el contemplar que rehuye la mirada, si acaso
considero que hay en esa imagen una mirada que no corresponde al sosiego,

como no corresponde a la paz este modo de querer el mundo distinto
en el que el amor sea un modo de producción justo que permita

que ellas se amen entre sí, que ellos se enamoren entre ellos y que tú

no me tengas que pedir perdón y yo no tenga que sentir que me desangro

mirando una imagen lejana en la que la belleza
según mi propia definición,

se deja retratar

lozana

*Poema inédito de Vicente López Cabral

Bailemos Cariño por Adriana Mulero Claudio

Se dio cuenta ya
Que yo no soy
La que ha buscado
En estos años
Soñando ser amado


Te has visto, macho
Y has dicho: “Esta mujer…
…esta mujer es intensa”
porque vive en cada bocanada
el torbellino de la fiesta…
…de la fiesta Revolucionaria
Y has dicho: “Loco…
Esta mujer no es pa’ mí
Esta mujer, la libertaria
Amenaza el poderío de mis ideas
Con un lento y constante cuestionamiento
Que tiene forma de mirada punzante
Palabra cortante que te obliga a sangrar
Y al principio, qué chévere, una más por doblegar
Pero ha pasado tiempo, mi pana, y ella no da marcha atrás”


(¡Ah, sí, te diste cuenta… rapidísimo
Que podía ser una contrincante!)


Debo admitir (lo siento compañeras) que
Tenía esperanzas de ayudarte a cambiar
Ja! Enseñarte… que no tienes que mirar pa’ arriba
Cuando me hablas, creyendo que soy muy alta
que puedes, no sé…¡LIBERARTE!,
claro, liberarte, para que puedas ser
La forma andante de un cúmulo de derechos…
…de derechos que no caen porque la forma no lo permite
Porque es una forma que está de pie como el árbol
Y todos sabemos (gracias Casona) que los árboles mueren de pie


Pero no, tú mueres a cada rato, evidentemente no como el árbol
Y decidas establecer, con cara de Rousseau
Que yo me creo superior
Cuando defiendo lo que pienso
tan bien o mejor que tú
“Porque no se supone, loco,
Que esta mujer sepa tanto”
Entonces vienen los problemas
Claro que sí
Y aparecen las decisiones
“Esta mujer no es pa mí”


Te digo, macho
Que gasté tiempo,
Y muchas ilusiones, carajo
Muchas…
Esperando que no te sintieras
amenazado por mi fortaleza
pero ha sido en vano


O quizás no, loco
Quizás le saqué algo
Necesitaba el mordisco
De culebra venenosa
Pa descubrir el antídoto


Y es que, pa la próxima,
Con la rapidez de la estrella fugaz
Sabré reconocerte en otros y diré:
“Este hombre no es pa mí”

22.7.10

La esperanza de la equidad




La esperanza de la equidad

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Justo en el momento en que me disponía a escribir la nota de la editora, me llega la lamentable noticia de que Nidia Velázquez acaba de ser asesinada a tiros por su esposo. Casi de manera instantánea me quedé sin habla, sin encontrar la manera de apalabrar un agradecimiento a aquellos y a aquellas que colaboraron en esta edición especial de En Rojo que pudiera trascender el desgarro de una muerte más. Cuando Verónica Rivera Torres afirma que al asesinar a una nos asesinan a todas, no se equivoca. Nos han matado 15 veces en lo que va del año.

Es por eso que cuando Rafah Acevedo me sugirió la idea de este suplemento no lo dudé ni por un instante y me embarqué en él con pasión pero también con rabia e indignación. ¿Cuántas mujeres más tendrán que morir para que el Estado entienda que no se trata de una promesa de hombre sino, más bien, de garantizar la equidad que nos permita vivir en paz? Gracias Rafah por el apoyo incondicional durante esta gesta, gracias por la oportunidad y por estar siempre ahí dispuesto a escuchar.


También quiero agradecer a extraordinarias amigas y compañeras: Eva Prados Rodríguez, érika Fontánez Torres, Andrea Monroy Toro, Nahomi Galindo Malavé, Verónica Torres Rivera, Josean Laguarta y a todas aquéllas y todos aquéllos que, aún cuando no forman parte explícita en el Suplemento, están de forma implícita en este En Rojo porque atraviesan y permean mi formación y la de muchas y muchos otros que participaron de éste.


Uno de ellos es un escritor que por razones ajenas a nuestra voluntad no ha podido participar de este Suplemento. Gracias a Josué Montijo por sus comentarios, consejos y compresión. Seguimos aventurándonos en los márgenes –siempre más para el afuera– del pensar creativo, sin barreras, crítico, autocrítico, punzante, incómodo y provocador. Porque si hay algo que tenemos que derribar para acabar con la violencia son aquellos escollos que nacen de la incomodidad que nos provoca pensar.


Dos mujeres que admiro por su compromiso, trabajo, disposición y solidaridad: Josefina Pantoja Oquendo y Olga (Coqui) López Baéz, abogadas feministas comprometidas con el bienestar de las mujeres y la equidad de los géneros: ¡Gracias por enseñarnos que hay múltiples maneras de ejercer la abogacía y una de ellas es el compromiso con aquéllos y aquéllas que, de ordinario, no tienen acceso a la Justicia!


Finalmente quiero decirles que este En Rojo lleva consigo una esperanza. La esperanza de que, como sociedad, podamos construir arreglos institucionales equitativos y justos que propicien la convivencia en paz, que inviten a aceptar la diferencia y reconozcan que las identidades pueden ser múltiples, cambiantes, flotantes. Para ello es necesario que el Estado acepte que el cambio empieza por la educación y se instituya, de una vez por todas, la perspectiva de género en el currículo escolar. Mientras esto no suceda nos seguirán asesinando para darse cuenta luego que el fantasma que querían matar no estaba allí, el fantasma del machismo está impregnado en las instituciones de un Estado anquilosado que es urgente cambiar. Por eso, Tod@s contra la violencia machista. Gracias.

Mariana Iriarte/Editora Invitada

21.7.10

A Rafah

pues...

las miro

me tiento

y cuando las voy a coger

pienso en la vaquita llorando

justo ahí,

antes

de entrar

al matadero...

19.7.10

Tarjeta roja para Bernier

Hace dos semanas aproximadamente el hoy presidente del Comité Olímpico, David Bernier, se personó a una reunión multisectorial que se estaba llevando a cabo en el Colegio de Abogados. El propósito de la reunión era comenzar a organizar la manifestación que se realizó ayer en las inmediaciones del Cuartel General de la Policía, acá; el propósito de Bernier era convencer a quienes estábamos allí de no manifestarnos ni interrumpir los Juegos Centroaméricanos.
Los argumentos que presentó eran argumentos puramente morales que apelaban a los sentimientos nacionales de l@s participantes. Allí habló de lo importante que era para nuestr@s atletas estos juegos, que no era lo mismo competir en casa, entre muchos otros señalamientos que a mí me causaron una mezcla de indignación, lástima y vergüenza ajena. A la lista de excusas bochornosas debe agregarse que el mismo Bernier nos hizo llegar una carta a l@s estudiantes con esas mismas razones y finalmente agregó que allí la prensa internacional que estaba era una especializada en deportes.
Es vergonzoso que hoy nos enteremos, aquí, que el mismo que se llenó la boca hablando de nuestr@s atletas permita que l@s sancionen sumariamente y que el comité de disciplina emita una resolución donde se les acuse de intentar dividir. Tarjeta Roja para Bernier, cero sanciones para nuestr@s atletas y un reconocimiento por su valentía y compromiso con un mejor Puerto Rico.
*Fotografía del MINH de Mayagüez

17.7.10

Por quién doblan las campanas de John Donne

¿Quién no echa una mirada al sol cuando atardece? ¿Quién quita sus ojos del cometa cuando fulgura?¿Quién no presta oídos a una campana cuando por algo tañe?¿Quién puede desoír esa campana cuya música traslada fuera de este mundo? Nadie es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es una pieza del continente, un trozo de tierra; si el mar arrebata una parte, toda Europa queda achicada como si se tratara de un promontorio, de la casa de uno de tus amigos, o incluso de la tuya. La muerte de cualquier hombre me reduce porque estoy unido a la humanidad; por tanto, no preguntes nunca por quién doblan las campanas: doblan por ti

Violencia discursiva (revisado)

Puta, cabrona, hija de puta, puerca fueron sólo algunas de las palabras que él le propinó al ella cuestionar su poderío de macho cabrío. Los insultos e epítetos, a diferencia de lo que podría pensarse en primera instancia, no se dieron en el contexto de la dominación doméstica –tan condenable y repudiable- sino que fueron la respuesta inmediata a un cuestionamiento político hecho por una mujer y que mediante los insultos se trató de sacarlo del ámbito de lo público –esencialmente político- para llevarlo a lo privado –esencialmente personal- (“debiste haberme preguntado a mí”).

Lo anterior es sólo para ejemplificar como, a menudo, nos enfocamos –casi exclusivamente- en la violencia y maltrato físico a los cuales están sometidas las mujeres en Puerto Rico pero dejamos sin atender otras aristas igualmente importantes. Si bien las estadísticas son alarmantes -en el 2008 14,882 mujeres fueron víctimas de violencia doméstica del las cuales 26 murieron a manos de sus “compañeros”, esto sin tomar en cuenta las mujeres que sufren el maltrato diariamente pero que por diferentes razones no lo denuncian- es imprescindible problematizar y preguntarse ¿qué es lo que posibilita y viabiliza las agresión visceral de las mujeres por parte de los hombres?

La violencia tiene múltiples dimensiones no siempre atendidas. Dimensiones que posibilitan la agresión física y que en muchos casos conducen a la muerte. Es por eso que hoy quiero abordar la violencia discursiva como condición de posibilidad de el maltrato emocional, físico y sexual que sufren las mujeres.

Estéril sería negar que estamos insertas en un orden patriarcal en el cual los hombres han tenido la exclusividad de nombrar. Así, históricamente las mujeres han sido atravesadas por relaciones de poder desiguales que se manifiestan en los diferentes campos en que éstas se mueven. Como todo ejercicio de poder, las relaciones entre las mujeres y lo masculino están definidas por el lenguaje. De esta manera, el discurso masculino construye lo femenino como lo propio de las mujeres y en el camino va asignado diferentes epítetos que acompañan la construcción y enfatizan esas relaciones de poder. Los nombres pueden ir desde mamita hasta perra, todos destinados a inscribir en el inconsciente del sujeto mujer un lugar a ocupar.

Es así como aquellas mujeres que rechazan aceptar la construcción masculina asignada son patológicamente construidas como histéricas, no en vano Michel Foucault consideró la histerización del cuerpo de la mujer uno de los cuatros grandes conjuntos estratégicos que despliegan a propósito del sexo, dispositivos específicos de saber y de poder. No es raro que, en el imaginario falocéntrico, se atribuya esa resistencia de las mujeres a ser nombradas y construidas arbitrariamente a la falta de presencia masculina en su vida. Esa supuesta carencia busca entonces advertir sobre la resistencia de ciertos sujetos a caer dentro del marco normativo falocéntrico y en tanto eso susceptibles de ser violentados discursivamente. Claro, no podemos dejar de lado aquellas mujeres que acatan en mandato masculino de normalidad y también son víctimas de la violencia, pareciera ser que en mayor medida que las primeras, esto debido a la internalización del discurso y su racionalización como lo normal.

Siguiendo a Lacan, la Dra. Gómez , profesora del Departamento Graduado de Psicología, señalaba en una de sus clases que somos sujetos del lenguaje, que las palabras nos marcan y nos hacen creer lo que nos hacen decir. De esta manera, la violencia que se ejerce mediante el lenguaje es la que permite y posibilita posteriormente la violencia física. Es decir, se trata primero de aniquilar simbólicamente, la aniquilación simbólica se da por medio de toda agresión verbal destinada a deshumanizar ese sujeto femenino, una vez se mata simbólicamente mediante la cosificación no es nada difícil pasar a la agresión física, ese otro, enigmático y diferente pueda que posea algo que yo no poseo y la única manera de apoderarse de aquello que ella es, es a través de la violencia.

Así se vuelve imprescindible que las mujeres reconozcamos aquellas instancias en las que somos violentadas y maltratadas simbólicamente. No sólo a nivel de las relaciones de pareja sino también a nivel social y político. Poder advertir instancias donde el maltrato subyace, por ejemplo, en una nota periodística que se burla y ridiculiza a las reinas de belleza por su falta de capital cultural sin hacer una lectura crítica de la producción fordista de reinas y su consecuente mercadeo por parte del capital; o aquella otra que explica a las mujeres como ser buenas esposas; o la violencia en el Tribunal cuando tres jueces hombres afirman, en una opinión, que ella fue quién se benefició económicamente de la relación conyugal; o las líricas contemporáneas –y las no tanto- que animalizan a las mujeres nombrándolas perras y gatas. Esto sin contar las veces que amigas, conocidas y no tan conocidas se quejan de que sus parejas le han dicho puta, las han desmerecido por hablar con algún hombre, se han quejado porque no se ven como antes y las comparan constantemente con otras mujeres, boicotearon sus planes y les han dicho que nunca llegarán a ningún sitio, entre muchas otras cosas.

Importante es entonces ser conscientes y concientizar a otras mujeres que la violencia física siempre es antecedida por la violencia simbólica, que antes de agredirte física o sexualmente, preparará el terreno discursivamente para que te sientas acorralada y sin salida, que anterior al golpe te hará sentir que no eres humana, que no vales nada, que eres un apéndice de él y más que su compañera eres su pertenencia. Reconocer que los roles que se te han asignado como mujer fueron construidos por los hombres para garantizar su dominio sobre las mujeres y que, sobre todo, nada de eso es normal. Por eso, hoy y siempre di no a la violencia contra las mujeres y sábete libre para hacer de tu identidad lo que te dé la gana. Porque, como diría Simone de Beauvoir la representación del mundo como el mundo mismo es trabajo de los hombres; ellos lo describen desde su punto de vista presentándolo como una verdad absoluta. Nosotras tenemos nuestras múltiples verdades, sólo resta reconocerlas y descubrirlas.

14.7.10

“Invitación al vómito”

Cubrete el rostro y llora, Vomita. ¡Sí! Vomita, Largos trozos de vidrio Amargos alfileres, Turbios gritos de espanto, Vocablos carcomidos; Sobre este purulento desborde de inocencia, Ante esta nauseabunda iniquidad sin cauce, Y esta castrada y fétida sumisión cultivada en flatulentos caldos de terror y de ayuno. Cubrete el rostro Y llora, Pero no te contegas
Vomita. ¡Sí! Vomita, ante esta paranoica estupidez macabra, Sobre este delirante cretinismo estentóreo Y esta senil orgía de egoísmo prostático: Lacios coágulos de asco, Macerada impotencia, Rancios jugos de hastío, Trozos de amarga espera… Horas de entrecortadas por relinchos de angustia.
Oliverio Girondo.

Policía(s)

policía.

(Del lat. politīa, y este del gr. πολιτεία).

1. f. Cuerpo encargado de velar por el mantenimiento del orden público y la seguridad de los ciudadanos, a las órdenes de las autoridades políticas.

ORTOGR. Escr. con may. inicial.

2. f. Buen orden que se observa y guarda en las ciudades y repúblicas, cumpliéndose las leyes u ordenanzas establecidas para su mejor gobierno.

3. f. Limpieza, aseo.

4. f. desus. Cortesía, buena crianza y urbanidad en el trato y costumbres.

5. com. Cada uno de los miembros del cuerpo encargado de velar por el mantenimiento del orden público.

Nunca me ha caído bien la policía. No me cae bien la que se escribe con mayúscula y sobre la que se escribe con minúscula afirmo, como afirmaría Serrat, que entre ellos y yo hay algo personal. Eso sí, no me cae bien la policía estatal pero me cae aún menos bien la policía moral, la que censura, la que tapa, la esconde en nombre de lo políticamente correcto. Así, la policía enaltece a las vacas sagradas actuando con una especie de convicción moralista que me mete miedo, me hiela los huesos y hasta me da pesadillas por las noches.

Entonces me pregunto, entre la agitación y el miedo, qué diferencia hay entre el macanazo que te agrede físicamente y el macanazo simbólico que acalla tu voz, el macanazo que te dice cuándo y dónde puedes pensar pero sobre todo te da la línea de cómo y qué pensar. De nuevo me repica Serrat en la cabeza, coño niña deja de joder ya con la pelota, que eso no se hace, que eso no se dice, que eso no se toca.

De pequeña me enseñaron a no ceder a los chantajes. Mi padre fue claro: “nunca cedas al chantaje emocional, mucho menos al intelectual o al político”. Así es que una, cuando tiene padres así, comienza de pequeña a vivir entre el escándalo, el escarnio, el disenso, en fin, entre el margen y el afuera, y con el vómito súbito de la palabra siempre ahí.

Por eso estoy segura que el pensamiento se detiene en el instante mismo que las vacas sagradas aparecen en escena y la policía –con mayúscula- y los policías –con minúscula- emergen como los cuidadores incontrovertibles de la sagrada moral. La sagrada moral de lo políticamente correcto, la sagrada moral de que es correcto –o no- decir, mientras todos se ríen a las espaldas, la sagrada moral que fomenta la hipocresía y cercena el pensamiento con las consecuencias que esto tiene para el desarrollo de la comunidad –si es que hay- y el libre pensamiento -¿acaso hay libertad política sin libre pensar?-.

De esta manera, las vacas sagradas siguen rumiando y masticando el pasto del pensamiento crítico, lo digieren –bien digerido- a través de sus siete estómagos y lo devuelven al suelo en una gran cagada que servirá de abono para la hipocresía y el falso sentido de lo políticamente correcto.

Imagen tomada de Son tan solo sombras... [galletas espaciales]

13.7.10

Democracia y participación*


Desde el acto fundacional del Estado moderno hasta la conservación de éste por medio de la fuerza del Derecho, la violencia y el Estado siempre han estado íntimamente ligados. En este sentido, la violencia de la democracia liberal, como la describiría Zizek, va más allá de el uso de la fuerza por parte de los aparatos coercitivos del Estado. Es probable que, cuando el momento represivo llega, la violencia ya se haya manifestado en otros espacios no estatales muchas veces más opresivos.

De esta manera, y para entender como la violencia se institucionaliza, deberíamos cuestionar no sólo la falta de participación en la toma de decisiones, sino la democracia liberal como proyecto político de la modernidad. Es decir, se vuelve urgente problematizar cómo, aún cuando la consigna es mayor participación, esa mayor participación excluirá siempre al otro que es objeto de dominación en espacios civiles.

En este sentido grupos que han sido convenientemente nombrados por el poder como minoritarios se encuentran desigualmente posicionados no sólo frente al poder del Estado sino también frente al de otros actores sociales. Las mujeres, la comunidad LGBTT, las comunidades de escasos recursos, los trabajadores y trabajadoras, por nombrar algunos, están insertos e insertas en violentos escenarios que viabilizan, a su vez, el ejercicio de la violencia por parte del Estado.

De esta manera, de poco sirve levantar como estandarte una mayor participación democrática si no se cuestionan -y problematizan- las estructuras que la truncan. Es decir, ¿cómo incluir dentro del proyecto político aquellos sujetos que han sido permanentemente excluidos de la modernidad? ¿De qué manera puede construirse un proyecto político basado en la inclusión que permita arreglos institucionales más justos y participativos? ¿Qué rol debe jugar el Estado en la consecución de estos fines?

Sin duda para alcanzar una mayor participación en la toma de decisiones es imprescindible abogar por la democratización de aquellos locus de poder que trascienden las estructuras estatales. Es inútil reclamar mayor participación de las mujeres en la cosa pública si no se exige primero la equidad entre los géneros. De la misma manera es absurdo exigirle a las comunidades mayor inserción en lo público si primero no se consiguen arreglos institucionales socialmente justos con nuevos patrones de distribución de la riqueza.

Frente a ese escenario no podemos perder de vista que las estructuras representativas del Estado han sido diseñadas para mantener es staus quo. La opción radical no puede ser una mayor inserción en estructuras que de por sí están basadas en la desigualdad de poder, el desafío político debe ser democratizar aquellos espacios no estatales para entonces lograr una participación inclusiva y por ende verdadera.

* Esta columna se publicó hoy en la edición impresa de El Nuevo Día, pág. 48

12.7.10

(In)(ser)tidumbre* de Rafah Acevedo

El problema con tener todas las respuestas es olvidarnos de las preguntas. Entonces uno deja de interrogarse. Llega el punto en el que ni siquiera llegamos a plantearnos algunas dudas que, en todo caso, pondrían en juego (o a jugar) nuestra experiencia.

La experiencia es, en palabras de Blanchot, ponerse radicalmente en entredicho. Eso ocurre cuando se busca el límite de lo Bello y lo Bueno, de la Estética y la Moral.
Cuando desde el poder constituido, llámese estado neoliberal o academia, tenemos esa certidumbre, ese catálogo de respuestas, no hay manera de incorporar al Otro en nosotros. Así sólo se pueden explicar y neutralizar las preguntas.
La puesta en escena de la duda es el intento de pagar una deuda. Es la “performance” de la culpa. Soy producto de una sociedad machista. Lea los periódicos y verá los resultados de esa ideología. Vivo en una sociedad sexista, homofóbica, con prejuicios de clase y de raza. Por eso dudo y rechazo el discurso de la Ley y el Orden de Figueroa Sancha, el Arzobispo de Canterbury, o la Madre de los Tomates. Porque esos se cantan inmunes a esas bacterias ideológicas. Por mi parte, aceptando el barro y el polvo con el que me crié, cada vez que alguien me endilga un adjetivo lacerante acompañado de alguna fobia o ismo, tardo en responder. Tengo mis solidaridades claras, pero habrá, siempre, aquéllos que tienen la piedra siempre a la mano. Entonces, viendo despedazarse mi techo de cristal, me recompongo. Reflexiono sobre mis certezas. Y todo vuelve a aclararse.
Vuelvo a tener preguntas. Ensayo respuestas. Intento incorporar al Otro en mí mismo. Entiendo las pedradas. Tienen un cierto goce excedente. Vienen de las manos de la depuración de todo goce patológico. Yo no estoy inmune. No soy puro ni en el amanecer. No crucifico. No me lavo las manos a cada instante. Siempre voy a los que están perdiendo. Por experiencia.
n El autor es escritor.
* Columna publicada hoy en Buscapié del Nuevo Día

8.7.10

La guagua va en reversa...

No a la explotación mortífera en Argentina

Gol de Miguel Rodríguez Casellas

08 Julio 2010

Gol

Miguel Rodríguez Casellas, Buscapié

¿Y qué tal si hubiera un deporte donde todos ganaran, que la tensión surgiera de poner en juego la felicidad compartida, el éxtasis colectivo, la victoria para el mayor número de personas? Este objetivo de grandeza comunal, que fue premisa paleocristiana, hoy es pecado contra natura. Resulta que tras el colapso del capitalismo rapaz, a una minoría aún más minoritaria que los “pelús” a quienes tanto gusta demonizar, y contra quienes no puede competir en estatura moral, le ha dado con estigmatizar al socialismo en todas sus vertientes.
Yo no sé si soy socialista, pero no me inclinan a su derecha individuos paranoicos y enajenados de la falla estructural que ha dejado al país pequeño sin “Grande”, al universo de insularismos endogámicos sin universidades y a la ley sin el orden para el cual alega existir.
Se observa una tendencia a tipificar la disidencia como raridad obscena. Pero son los poderosos los enrarecidos aquí, los que actúan aislados, ajenos a toda lógica. Así, la brutalidad policíaca no me asquea tanto como la inteligencia de Pujadas, a quien de frente y por segunda vez responsabilizo de ser el jefe de escuadra de este caos social.
Hoy mis posturas parecen vulnerar la estabilidad de mi entorno, que protejo estridentemente contra cualquier forma de silencio cómplice. Repudio de ese entorno a los colegas cuyas epistemologías de la historia les hacen pensar que están a salvo administrando sus vidas como si fueran antologías en proceso.
Responden a un falso sentido de totalidad que no les deja hacer lo correcto. Y es que lo “correcto”, en ocasiones, puede ser lo disonante, contrario al organicismo armónico de una obra maestra de la modernidad.
Quiero una vida donde todos ganen, liberando a los “casi-ganadores” de aquel impostor de marinero. A ese gol aspiro, y me lo imagino de la manera más perversa: un deshacer de la audiencia y su jugador estrella, fundidos en una misma masa que corre, golea, y se aplaude/critica a sí misma. La mejor parte es que esta estampida humana se quiere, se mima y se atesora en toda su gloria, precisamente, porque es diversa.
n El autor es profesor de la Escuela de Arquitectura de la Politécnica.
http://www.elnuevodia.com/columna-gol-737963.html