25.6.10

Abrir la Universidad Ahora

La Universidad de Puerto Rico atraviesa su más grave crisis de las últimas tres décadas. Los que allí consagramos nuestra labor, profesores, empleados no docentes, administradores, así como su componente estudiantil, los presentes y los por venir, debemos tener un compromiso inaplazable porconstruir un espacio para el desarrollo de un pensamiento capaz de encarar los desafíos que nos presenta el mundo contemporáneo. Se hace imperativo mantener y renovar nuestra institución, cuyos logros el país ha disfrutado y otras latitudes han reconocido. Para ello, es urgente que se abra la Universidad ahora. El país no se puede dar el lujo de que la Universidad siga en crisis y cerrada.

Sin embargo, después de terminada la huelga estudiantil se ha puesto en evidencia que la Administración Central y el gobierno quieren mantener la Universidad cerrada la mayor cantidad de tiempo posible. Las decisiones y acciones tomadas por éstos después de la huelga demuestran que quieren crear un ambiente de crisis e inestabilidad para así justificar un cierre continuado de la misma. Su estrategia parece ser provocar a todos los sectores de la Universidad para que se lancen a una huelga ahora o en enero. No se trata de que exista un gran Plan Maestro. Por el contrario, lo que ha habido es mucha improvisación aparte de un afán de desquite y desprecio por la Universidad. Mas, latendencia de sus actuaciones ya es clara: desgastar y debilitar a sus adversarios mientras simultáneamente van implementando sus políticas.

Se quiere mantener la Universidad cerrada para, entre otras cosas: (a) enmendar la actual ley universitaria o aprobar una nueva ley que elimine cualquier viso de autonomía universitaria, (b) cambiar la fórmula de ingreso presupuestario de la institución, (c) hacer los cortes, reducciones y reestructuraciones que entiendan necesario, (d) modificar en detrimento de los profesores y los empleados el Plan de Retiro y el Plan Médico.

Adoptar una estrategia de oposición, por parte de cualquiera de los sectores universitarios, que se base en una huelga u otro mecanismo que implique paralizar la Universidad se ubica en la lógica estratégica de la Administración Central y el gobierno. Optar por una huelga es precisamente lo que busca la Alta administración y el gobierno. Hay que negarse a caer en esta trampa peligrosa. Insistir en la opción de la huelga es desacertado y podría tener consecuencias desastrosas. En este contexto, una huelga o cualquier estrategia que implique el cierre contribuye a profundizar la degradación de la Universidad. Debemos asumir otras coordenadas estratégicas que no sean las que esperan y desean la Junta de Síndicos y el gobierno.

Si las autoridades universitarias insisten en dilatar o posponer la reapertura de la Universidad más allá de las fechas estipuladas para ello, es decir, si insisten en mantener la Universidad cerrada, debemos lanzar una convocatoria amplia para hacer una campaña de movilización a favor de la apertura inmediata de la Universidad. Nuestra demanda tiene que ser que se abra la Universidad ahora. Lo otro, la confrontación vía una huelga u optar por el cierre, insistimos, es servirle en bandeja de plata a estos sectores el terreno sobre el que quieren implementar su reestructuración de la Universidad. El cierre es convertir una situación de excepción en la norma. Implica el triunfo de la política del desprecio y el resentimiento hacia la Universidad. Abrir la Universidad es afirmar su vigencia y relevancia como espacio imprescindible de producción de conocimiento y su articulación con los procesos de innovación en las sociedades contemporáneas. La apertura de la Universidad es de importancia estratégica para poder impulsar con mayor efectividad el proyecto de universidad que queremos.

1.Carlos Pabón Ortega, Dpto. Historia, Humanidades, UPRRP

2. Javier Figueroa, Dpto. Historia, Humanidades,UPRRP

3. Madeline Román, Dpto. Sociología y Antropología, Sociales, UPRRP

4. Diana López Sotomayor, Dpto. Sociología y Antropología, UPRRP

5. Arturo Torrecilla, Dpto. Sociología y Antropología, Sociales, UPRRP

6. Manuel Rodríguez, Dpto. Historia, Humanidades, UPRRP

7. Karen Entrialgo, Dpto. Ciencias Sociales, UPR, Arecibo

8. Maria Isabel Quiñones, Dpto. Ciencias Sociales, Estudios Generales, UPRRP

10.Marlene Duprey, Dpto. Ciencias Sociales, Estudios Generales, UPRRP

11. Magdalena Campo, Escuela de Arquitectura, UPRRP

12. Carmen Luisa González, Dpto. Ciencias Sociales, Estudios Generales, UPRRP

10. Ida De Jesús Collazo, Dpto. Economía, Sociales, UPRRP

24.6.10

La Universidad continúa cerrada

En una entrada pasada señalaba que debíamos pensar si el cierre de la Universidad no era una estrategia de la administración como lacaya del gobierno de turno. Planteaba también la necesidad de repensar y redefinirnos en nuestras estrategias enfocadas en el fin ético-político de la Universidad.

Hoy, luego de la reunión de presupuesto entre la administración y la Junta Universitaria, no tengo duda que la estrategia del gobierno es la desarticulación del proyecto universitario. Con 129 plazas docentes congeladas y una reducción del 5% en el sueldo de los profesores y las profesoras por contrato o tarea parcial, no se puede negar que la Universidad de Puerto Rico no es una prioridad para este gobierno. Administrada cual agencia gubernamental se busca la eficiencia de la institución aún cuando esto implique el desmantelamiento de la Universidad como proyecto emancipador capaz de contribuir a la formación de sujetos libres pensadores y a su vez preparados y preparadas para contribuir en la creación de arreglos institucionales más justos y democráticos.

Si bien esta lucha nos ha dejado un sabor a victoria no podemos perder de perspectiva que el presupuesto que presentó la administración ante la Junta Universitaria es un atentado claro contra la esencia de la Universidad: su excelencia académica. De poco servirá una institución cuyas aulas no alberguen los mejores profesores y profesoras disponibles en cada disciplina. Dejando de lado los argumentos morales sobre el compromiso que deberían tener el profesorado con la institución, lo cierto es que la Universidad ha dejado de ser un proyecto y ha pasado a ser un gasto recurrente para el Estado. Así, los profesores se ven como empleados más que como agentes centrales en el proceso formativo de los y las estudiantes.

De esta manera, los burócratas universitarios no disimulan. Socavan directamente los pilares fundamentales de la Universidad e impulsan un éxodo masivo de nuestros mejores talentos. Esto no sólo tiene el efecto de reducir la calidad de la enseñanza sino también abona al descrédito y la pérdida de competividad de los y las estudiantes, como egresados y egresadas de la institución. Luego de la presentación del presupuesto, la Universidad, aunque abierta, continúa cerrada de facto.

En este punto es imprescindible reconocer que la Universidad, como espacio académico-intelectual, está siendo estrangulado por el poder y que la lucha debe darse haciendo de ésta un locus de resistencia. Mientras quienes ocupan las estructuras de poder insisten en la anulación de la Universidad, nosotros debemos ubicarnos en el opuesto y hacer de los espacios universitarios nuestra mayor trinchera. Esto no significa pensar la Universidad como un santuario sagrado, que es como convenientemente ha buscado el poder que la visualicemos, sino, más bien, rescatarla como el espacio que viabiliza cualquier otro espacio de creación de pensamiento crítico y quehacer intelectual.

En este sentido debemos reconocer que si bien hemos logrado nuestros reclamos inmediatos, esto no implica que hayamos vencido los principales enemigos. Hoy quedó claro que la lucha por la educación pública superior recién comienza, que los adversarios están cargados de soberbia, que la falta de participación y el desdén por la democracia han instaurado un régimen que, más que gobernar, hace un uso ilegítimo del poder mediante el ejercicio de la violencia en todas sus manifestaciones.

* Foto por Gamelyn Oduardo

23.6.10

Carta al gobernador de Antonio Martorell

Arte, matemática y verdad
Señor Gobernador Luis Fortuño:

He leído no sin sorpresa sus columnas periodísticas en las cuales alude a “algunas personas (que) han pretendido confundir a la opinión pública respecto a la importancia que tiene para nuestra Administración la defensa y promoción de las artes y la cultura”. Continúa usted haciendo referencia a una “campaña de desinformación sobre la supuesta situación presupuestaria de la Escuela de Artes Plásticas” y que estas personas “con menosprecio de la verdad han esbozado una argumentación demagógica basada en números inventados por ellos”.

Usted me conoce y sabe que soy una de esas “personas” a las que hace referencia. Yo sí me dirijo a usted con cargo, nombre y apellido para que no quede duda a quien me refiero. Osa usted acusarnos de desinformación y de menosprecio a la verdad. Es usted el que aparenta estar desinformado y eso debe ser motivo de preocupación de parte de los gobernados. ¿O es acaso usted el que falta a la verdad como lo ha hecho en otras ocasiones cuando dice una cosa y hace otra?
Si le contesto es porque estoy desde muy temprano identificado con la Escuela de Artes Plásticas. Recibí en ella como tantos otros artistas mi principal adiestramiento cuando en sus orígenes la Escuela estaba constituida por talleres de aprendizaje en el Instituto de Cultura Puertorriqueña bajo ilustres maestros como Homar, Tufiño, Compostela y Mass. Luego fui profesor allí al establecerse como Escuela que ha graduado generaciones de notables artistas que sirven y prestigian a nuestro país dentro y fuera de él. No son “argumentaciones demagógicas” sino preocupaciones pedagógicas las que animan nuestros justos reclamos.
No es nuestro oficio “inventar números” como usted proclama. Nos basta a los artistas con crear un inventario de imágenes que tanto celebra las bondades como en ocasiones señala los males de nuestra sociedad. Pero sí sabemos sumar y restar y nos percatamos, a pesar de los malabarismos matemáticos con que su gobierno pretende confundir a la ciudadanía encubriendo la proyectada quiebra de las finanzas de la Escuela, que ésta resultaría inoperante cuando de aquí a dos años se quede huérfana de fondos recurrentes. La merma en la plantilla administrativa mientras tanto empobrece día a día el desempeño institucional.
La reducción real del presupuesto proveniente de la Resolución Conjunta para la Escuela de Artes Plásticas es de 89%. Si se compara el presupuesto recomendado de 2010-2011 que es de $374,000 con el de 2008-2009 que fue de $3,328,000 queda clara la reducción del 89%. Esto es lo que hemos señalado con anterioridad. Esta reducción mayor se encubre en el presupuesto bajo la asignación temporera, no recurrente, de los fondos ARRA y de los bonos provenientes del Fondo de Estabilización o bonos criollos. Éstos no son recurrentes, de manera que los recortes que se imponen se sufrirán aun más en dos años.
Por supuesto que no estamos solos en la desgracia. La destrucción acelerada del Instituto de Cultura Puertorriqueña con el resultado de despidos masivos, museos cerrados y deterioro sin remedio de planta física y colecciones no es invento nuestro. Es una realidad palpable y dolorosa que atañe a toda la ciudadanía que ve desaparecer el legado cultural de siglos bajo el rubro de “economías necesarias”. El asalto a las finanzas de la Universidad de Puerto Rico y su intento de desmantelamiento ha generado una resistencia y combatividad ejemplar. En el caso particular de la Escuela de Artes Plásticas es de notar que los artistas plásticos del país tenemos larga y honrosa tradición de defender nuestra patria y sus valores. No es de extrañar entonces que sea esta institución de las más afectadas en un vano intento de amordazar la disidencia estrangulándola económicamente.
No pretenda usted que aceptemos sin protestar tan cruel proceder ni que nos silencien las mentiras y las medias verdades. No inventamos números. Recreamos realidades, señalamos injusticias y no toleramos inequidades. El arte no es mero ornamento, también revela dolores y extirpa males. Es un oficio y un deber.
Antonio Martorell
Artista Residente
Universidad de Puerto Rico, Cayey

19.6.10

La selección argentina en apoyo a las Abuelas de Plaza de Mayo

Está foto fue bloqueado por los monopolios informativos. Apoyemos a las Abuelas para el Premio Nobel de la Paz y en su gesta por encontrar los 400 nietos que la dictadura militar argentina se apropió.

12.6.10

La agenda de los encapuchados por Tato Rivera Santana*

Columna publicada en El Nuevo Día hoy.

Ya en el año 2008, la Coalición del Sector Privado, compuesta por un sector de los grandes empresarios locales y foráneos, recomendó públicamente “rebajar el subsidio de la Universidad (de Puerto Rico) y aumentar el costo de la matrícula”.

Ya en el año 2008, la Coalición del Sector Privado, compuesta por un sector de los grandes empresarios locales y foráneos, recomendó públicamente “rebajar el subsidio de la Universidad (de Puerto Rico) y aumentar el costo de la matrícula”. La mayoría de los integrantes de esa coalición de privilegiados actúa en el anonimato público. Como los encapuchados, ocultan sus rostros.
Sin embargo, sus propuestas para enmendar la Ley de Cierre, derogar el sistema de permisos, para privatizar agencias, desmerecer el servicio público y reorganizar el Gobierno central han sido complacidas por la Legislatura y el Ejecutivo. De su pliego de reclamos aún faltan dos asuntos importantes por satisfacer: la reforma laboral y la Universidad de Puerto Rico (UPR).
Sobre la reforma laboral, dirigida a eliminar las leyes y estatutos sobrevivientes que protegen a los trabajadores, ya existe el Proyecto de la Cámara 2218 radicado el 22 de octubre de 2009.
En cuanto a la UPR, mediante la Ley 7 de 9 de marzo de 2009 se redujeron intencionalmente los recursos económicos correspondientes del Fondo General. Lo que resta es aumentar el costo de la matrícula.
Por eso no es casual que el presidente de la Universidad, José Ramón de la Torre, y la presidenta de la Junta de Síndicos, Ygrí Rivera, les hayan notificado a los estudiantes del Comité Nacional Negociador su intención de aumentar el costo de la matrícula tan temprano como agosto próximo.
Es un aumento disfrazado como una cuota que duplicará lo que los estudiantes pagan actualmente, adicional al aumento ya programado. La intención anunciada es mendaz, pues ambos funcionarios ya habían asegurado públicamente que no estaba bajo consideración un aumento en el costo de la matrícula.
La huelga de la juventud universitaria ha tenido la virtud de revelar las agendas ocultas de aquellos sectores que no creen en el carácter público de la Universidad. Son los que pretenden que el proyecto vital de la educación sólo se conciba como una mercancía más, sujeta a la avaricia del mercado y los negocios privados.
No entienden cuán importante es la inversión pública en la investigación, el pensamiento y el análisis crítico.
Paradójicamente, son los mismos que proclaman la conveniencia de avanzar hacia la “economía del conocimiento” mientras se ufanan de quitarles recursos económicos a la institución universitaria más importante del País.
Habría que preguntarse, ¿en qué piensan cuando argumentan que los costos de estudiar en las universidades privadas son mayores y así justificar la reducción presupuestaria en la UPR y el aumento en el costo de matrícula? Si se preguntaran por qué las universidades privadas son más caras llegarían a la conclusión sencilla de que para ésas, la educación es un negocio, una mercancía más. Y si se trata de un negocio que compite por clientela, ¿a quién le conviene que se debilite la UPR?
La huelga también ha revelado las contradicciones e incoherencias de la administración universitaria, principalmente de la Junta de Síndicos.
Pero una cosa ha quedado clara, el País conoce los rostros de los 16 negociadores estudiantiles. En cambio, todavía quedan por revelarse los rostros y las intenciones de todos los miembros de la Junta de Síndicos y los que siguen camuflados con capuchas de seda, malgastando cientos de miles de dólares en publicidad.

10.6.10

Externamente empáticos*

Estamos acostumbrados a pensar binariamente; definimos lo que es a base de lo que no es; etiquetamos, señalamos, clasificamos y depuramos. Lo verde con lo verde, lo rojo con lo rojo –y ojo que si es rojo puede que sea comunista- los cuadrados bien cuadrados y los círculos que ni por equivocación vayan a caer en la caja de los triángulos.

Tales clasificaciones presuponen que cada elemento es completamente independiente no sólo de su opuesto sino también de aquellos otros que no necesariamente comparten todas sus particularidades. Me pregunto entonces cómo podemos construir vínculos sociales empáticos y solidarios si no trascendemos las clasificaciones y etiquetas convenientemente impuestas por el Estado.

¿A quién le conviene que continuemos pensándonos como átomos individuales capaces de relacionarnos y establecer vínculos únicamente con nuestros pares? Sin duda el poder se sirve de estos discursos y utiliza todos los medios disponibles para reproducirlos y propagarlos.

Mucho se ha hablado de elementos externos dentro de la Universidad. Lo primero que hay que decir es que la Universidad no debería tener un adentro y un afuera. Es decir, la Universidad debería ser el espacio de encuentro de la pluralidad de ideas, personas, sectores y organizaciones. La Universidad tiene que apostar a la diversidad, es en ésta última donde radica su riqueza y grandeza.

En este sentido pensar que puede haber elementos externos a la Universidad equivale a decir que la Universidad es el reducto cuasi-sagrado de unos pocos. Unos pocos que además de pocos son puros y además de puros incapaces de distinguir las buenas de las malas intenciones. Ante esa situación el Estado entiende que tiene el deber de denunciar la solidaridad y la empatía como si fueran vicios condenables en lugar de virtudes loables.

Los huelguistas hemos recibido apoyo de muchos sectores durante el proceso huelgario. El gobierno de turno decidió etiquetarlo –una vez más- como elementos externos refiriéndose, principalmente, al sector sindical. Estas referencias ponen de manifiesto no sólo la Universidad que se quiere sino también el proyecto de país que se tiene. Mientras la Universidad está gobernada por una Junta de Síndicos donde la mayoría de sus miembros representan a los sectores corporativos y financieros se acusa a los sindicatos de intervenir indebidamente en los asuntos universitarios. ¿En qué momento se volvió condenable la solidaridad? Seguramente cuando el poder advirtió que teníamos una agenda: construir un país más justo basado en la solidaridad y la empatía.

*Esta columna se publicó en El Nuevo Día hoy, página 78.

7.6.10

Defendamos el proyecto universitario


Hace unos días un compañero me decía que el golpe siempre viene de donde una menos lo espera, pero que del Estado siempre hay que esperarlo. Tenía razón. Después de 46 días de huelga no puede ser una sorpresa que la administración universitaria esté apostando al desgaste físico y moral del movimiento estudiantil. Prueba de lo anterior es la entrada en escena de la cuota especial de mil cien dólares para garantizar el préstamo que supuestamente la UPR necesita.

Recientemente tuve la oportunidad de leer un ensayo que analiza y problematiza la huelga de la Telefónica de 1998 y la estrategia del todo o nada. Mientras lo leía pude aclarar varias cosas. La primera es que tenemos que pensar que el gobierno de Fortuño tienen un plan de reestructuración de la Universidad, ante eso debemos pensar cuál será nuestra estrategia si finalmente ese plan de restructuración se da. ¿Qué hacer como movimiento estudiantil si el fin de este gobierno es clausurar la Universidad como el espacio de quehacer académico intelectual y el motor principal del pensamiento libre y crítico?

Es momento de medir las fuerzas y pensar, como aconsejó Catalá durante la huelga de la Telefónica, cuán decidida está la administración universitaria a mantener la Universidad cerrada y cuán fuerte está el movimiento estudiantil para resistir ese plan. Si realmente el gobierno está decidido a establecer nuevos arreglos para la Universidad, el movimiento estudiantil que salga de esta huelga, debe salir victorioso y fuerte para poder hacerle frente a eso que viene. A modo de ejemplo, no olvidemos que hubo un primer intento de venta de la Telefónica que no prosperó debido a la ausencia de ciertas condiciones pero que el segundo intento sí fue exitoso: se vendió la Telefónica y no se obtuvo ninguna conquista apostando a la estrategia del todo o nada. El movimiento estudiantil no puede ni debe darse el lujo de salir debilitado de este proceso que tanto nos ha costado y tanto ha conseguido.
La asamblea general de estudiantes del 13 de abril decretó un paro de 48 horas con la posibilidad de una huelga indefinida si la administración se negaba a negociar. Efectivamente la administración no reconoció como legítimo al Comité Negociador y se inició el proceso huelgario. En este punto debemos aclarar que, al igual que en el 48 y en el 70, la administración decretó un cierre de la institución y fue ésta quién apostó al cierre como primera alternativa cancelando así todo espacio de diálogo o negociación.

Las negociaciones finalmente comenzaron, sin embargo, nunca parecen haber estado destinadas a la reapertura de la Universidad. Por un lado, la administración se sienta con el Comité Negociador mientras que por el otro desarrolla campañas publicitarias, anuncia la imposición de una cuota especial ridículamente alta y empiezan a llover en el Capitolio proyectos de ley destinados a enmendar la ley de la Universidad.

Ante este escenario, es preciso que empecemos a reflexionar en qué momento comenzamos a permitir que fuera la administración quien dictara cómo y cuándo íbamos a desarrollar nuestra huelga. Que nos preguntemos si la dilación de los procesos no está, maliciosamente, destinada a mantenernos en una huelga que parece no tener fin. Que pensemos si no estamos dando vueltas como el perro que intenta, infructuosamente, de morderse la cola.

Hay quienes sostienen que en estos 46 días de huelga no hemos logrado mucho. A diferencia de éstos, soy de los que piensan que sí hemos logrado muchísimo. Más allá de los reclamos específicos, este movimiento estudiantil logró, por primera vez, unificarse y consolidarse a nivel sistema; logró desenmascarar los planes de una administración que pretende, sin temor a equivocarme, no sólo desmantelar la Universidad como institución, sino más bien aniquilar el proyecto universitario; logró que todos los sectores que componen la comunidad universitaria y el pueblo en general asumieran postura y se expresaran a favor de los estudiantes pero sobre todo que se reconociera a la Universidad como la institución fundamental que es en el desarrollo de un proyecto de país.

Ahora bien, sería un error garrafal asumir dichos logros como evidencia de un poder infinito. El poder ha estado y permanece en manos del Estado. Los y las estudiantes, utilizando la huelga como un medio, hemos intentado subvertir el poder pero en este momento cabe preguntarse si la huelga se ha normalizado y, por tanto, ha dejado de ser subversiva. Debemos preguntarnos si no es hora ya de recoger lo que hemos conseguido, replegarnos y redefinir nuestras estrategias de lucha para enfrentar un plan mayor como lo puede ser la reestructuración de la Universidad.

Para enfrentar dicho plan es necesario un movimiento estudiantil fuerte, capaz de enfrentar la ofensiva gubernamental desde la unidad. Creer que podemos agotar todos nuestros reclamos en un único momento equivale a sobreestimar nuestra capacidad política lo cual redundaría en el resquebrajamiento de este movimiento estudiantil que tanto nos ha costado construir. No podemos permitir que la administración sea nuestra brújula y determine cuáles son nuestros reclamos. Este movimiento estudiantil conoce sus reclamos, el hilo conductor entre lo que nosotros queremos lograr y lo que hay en la mesa de negociación está determinado desde el 13 de abril, dar espacio para que nos impongan nuevos reclamos es contribuir en la estrategia “universidad cerrada”.

A esta altura es imprescindible retomar el contacto con el afuera, abandonar el microespacio que hemos construido y denunciar a la administración en sus intentos de cancelar el proyecto universitario. Para eso es necesario que se certifiquen los reclamos logrados, se negocien las sanciones disciplinarias, si alguna, y se deje claro que no vamos a negociar nada que no haya estado dentro de nuestros reclamos iniciales.

No permitamos que los árboles nos impidan ver el bosque. La Universidad está en una profunda crisis y tenemos la responsabilidad, junto a otros sectores, de luchar para impulsar una verdadera Reforma Universitaria. Ayer mantenerla cerrada constituyó una estrategia que adelantó nuestros reclamos. Sin embargo hoy es contribuir a su deterioro y eso equivaldría a rendirse. Los estudiantes no nos rendimos, por eso continuaremos construyendo la Universidad que hoy el gobierno nos niega.

Para lograr nuestros objetivos es imprescindible diferenciar las posturas moralistas de las ético-políticas. No podemos caer en la trampa del moralismo y encerrarnos a discutir si levantar la huelga constituye claudicar. Frente a esa posición, que tiene que ver con lo emocional y no con lo político, tenemos que pensar cómo abrir la Universidad adelanta –o no-, no sólo los reclamos estudiantiles, sino también la protección del proyecto universitario. En este sentido, pensar políticamente implica reflexionar sobre cómo determinada estrategia contribuye a crear mejores arreglos institucionales que, verdaderamente, nos conduzcan a la construcción de la Universidad que queremos. Mantener la Universidad cerrada, en este momento, dejó de ser instrumento de presión y se convirtió en la estrategia de la administración. No bailemos su baile, rescatemos a la Universidad.

6.6.10

A mi gran amiga...

Sigue siendo verdad que los dioses deparan una muerte temprana a sus favoritos, y los libran en recompensa de la vejez, no permiten que mueran "viejos y hartos de vida". La elegía de Mariendbad de Goethe: "Me separan y me destruyen"; no lo separaron y por eso no lo aniquilaron. La dádiva de los dioses a sus favoritos es de tal índole que la muerte siempre encuentra algo todavía para destruirlo, que no es puro cumplimiento y nunca es apetecida sin más. La muerte sigue siendo lo que era en la juventud: una separación decisiva. Los favoritos de los dioses no crecen hacia ella como los patriarcas judíos, hasta que cuelga sobre su boca como los frutos maduros de la higuera bajo la cual están sentados esperando. Mientras viven están inmersos en proyectos vitales, son los únicos a los que sólo separa la muerte, no el peso de la vida vivida.
-Hannah Arendt, Cuaderno II septiembre de 1950 - enero de 1951
A mi querida amiga Magda Rivera que hoy abandonó este mundo mas no la vida de aquellos y aquellas que tuvimos la dicha de conocerla. Siempre admiré tu libertad, tu valentía, tu desprendimiento, tu belleza, todo en vos... Un abrazo eterno...