29.7.11

¿A quién le importa el desempleo?*


Julio 2011

El impacto del desempleo

IRAM RAMÍREZ
Hay que preguntarse que a quién le importa el desempleo. Al parecer no a la clase política del País. El mutismo -y la casi indiferencia- frente a este grave problema hace pensar que los componentes de ésta no comprenden su dimensión, no tienen la capacidad de lidiar con esto o que simplemente no les importa.

Claramente, a quien sí le importa el desempleo es al pueblo. A los proveedores de familia que no encuentran trabajo, al joven recién graduado que no encuentra empleo, al trabajador que, ante la falta de opciones, no renuncia a su puesto a pesar que apenas gana lo suficiente para subsistir o tener una vida digna, y hasta al pequeño comerciante que ve su negocio languidecer ante la falta de clientes.

Resulta urgente que tanto el tema del desempleo como la creación de empleos se traten de forma seria y puntual, superando la abstracción característica de la retórica política electoral y las propuestas oportunistas de la clase empresarial.

Hasta ahora este asunto se ha caracterizado por dos discursos. El de los partidos, donde el desempleo es un estribillo de campaña para obtener votos. Y el de los empresarios, quienes utilizan la alta en la tasa de desempleo y la baja participación laboral como muletilla para justificar e impulsar una reforma laboral con el único propósito de quitar derechos a los trabajadores.

Es imperativo que este tema tome centralidad en todo debate público. Actualmente está ausente del “análisis” y del debate mediático cotidiano, y surge ocasionalmente ante la publicación de las nuevas estadísticas de desempleo o ante el anuncio del cierre de otra empresa.

La crisis de empleos que enfrentamos obliga a tratar con prioridad y continuidad. No conferirle la importancia que tiene ha llevado a tomar decisiones que lo han acrecentado, como lo fue la Ley 7, por ejemplo.

No enfrentar el problema nos condena a continuar viviendo en una sociedad plagada de males sociales. Aunque las causas de los problemas sociales son múltiples y complejas, es necesario recordar que muchos tienen como génesis la falta de trabajo. Diversos estudios han demostrado la correlación entre el desempleo y la criminalidad, lo que debe llevarnos a repensar la fallida estrategia policiaca usada para combatirla. Si queremos lidiar de forma efectiva con los males que nos aquejan, es necesario hacer de la creación de empleos un asunto prioritario.

La solución no está en generar cualquier tipo de empleo. Atrás tiene que quedar la política estatal de fomentar la creación de empleos de bajo salario, sin beneficios y a tiempo parcial. Debe abandonarse la noción estatal vigente desde la década de los cuarenta, y compartida por ambos partidos, que proclama “low pay is better than no pay” y sustituirse por una política de equidad y justicia laboral. Como sociedad debemos aspirar a empleos con retribuciones salariales justas y con beneficios que garanticen la calidad de vida de nuestro pueblo.

De igual manera, es necesario que se supere la política estatal dirigida a la asistencia social. El problema no es asistir las necesidades básicas de quienes lo necesitan, sino mantener una estructura que sólo persigue encadenar políticamente a aquéllos que la reciben. Encauzarnos hacia una política dirigida a la autosuficiencia cooperativa sería lo correcto y lo deseable para el colectivo social, pero no así para los políticos, pues un sujeto autosuficiente rompe el círculo del clientelismo político.

El problema del desempleo desborda la política partidista y es un asunto prioritario que la sociedad en pleno debe enfrentar. La solución a la crisis no radica en quienes el desempleo no es un problema real, ya que cada cuatro años resuelve su problema de empleo con nuestro voto. Peor aún, con nuestros sueños, nuestras ilusiones y nuestra esperanza.

* Publicada en Voces, El Nuevo Día, hoy.

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