Todavía resuenan en mis oídos las explicaciones del Gobernador sobre la
salida de la Secretaria de la Gobernación: “es joven y esposa” dijo e hizo
referencia a lo extenuante que puede resultar ese puesto. Las expresiones del Gobernador se dan a pocos
días de que el Movimiento Amplio de Mujeres le pidiera cuentas sobre qué está
haciendo su Administración para parar la violencia machista que nos arropa.
La violencia
contra las mujeres está cimentada en la reproducción de relaciones de poder
desiguales entre hombres y mujeres.
Estas relaciones se construyen socialmente a través de prácticas y
discursos que implican una diferenciación jerárquica entre los roles que se
asignan a los sexos. De esta manera, las
mujeres que se apartan de lo tradicionalmente aceptado se convierten en una
especie de monstruosidad susceptible de ser atacada física, verbal, simbólica,
institucional o emocionalmente.
Es por eso
que, como mujer y feminista, me preocupan las palabras del Gobernador. Sus expresiones parecen sugerir que hay
ciertos puestos que, por su carga de trabajo, no están disponibles para las
mujeres y, de estarlo, aquellas que somos madres jóvenes o tenemos niños y niñas
pequeñas no podríamos asumirlos. En lugar
de eso, hubiese preferido escuchar al Gobernador hablar de cómo su
Administración piensa promover las herramientas necesarias para que las mujeres
podamos asumir puestos de gran envergadura sin que los roles sociales arbitrariamente atribuidos se conviertan en un escollo para nuestras carreras.
Esto no
quiere decir que las mujeres no podamos optar por la crianza. Sin embargo, esa decisión tiene que surgir de
la libertad y el apoderamiento. En este
sentido, me genera mucha alarma que el primer ejecutivo exprese que una mujer
deja la jefatura del gabinete porque es “esposa y joven” atribuyéndole a esas
características un sabor determinista que parece susurrar que, al fin y al
cabo, nuestro lugar esta en la casa con
nuestros hijos e hijas. Esas solapadas
sugerencias no hacen más que reproducir estereotipos. Mientras figuras como el Gobernador sigan
enviando mensajes como esos, la violencia contra las mujeres, en todas sus
manifestaciones, no cesará.
La
erradicación de la violencia contra las mujeres debe comenzar con el
desmantelamiento de nuestras preconcepciones y prejuicios. Es necesario descolonizar nuestras mentes del
patriarcado. Las expresiones del
Gobernador son una muestra clara de la urgencia de incorporar las perspectiva
de género de manera transversal. Sólo
así las mujeres podremos vivir en paz e igualdad real.
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