Usted está punto de leer el recuento de una violación en el Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico. Una vez más la Administración en un acto irresponsable, egoísta y antiuniversitario quita los portones exponiéndonos a toda índole de crímenes. ¿Cuántas más como Elba? NI UNA MÁS. Que cese el egoísmo y la irresponsabilidad.
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Los hechos
A. Negligencia. De acuerdo con la prueba creída por el tribunal, los hechos que dieron lugar a la reclamación ocu-rrieron como procedemos a relatar. La codemandante Elba A.B.M., para la fecha del incidente –el 6 de octubre de 1980– era estudiante nocturna de un programa especial del Centro de Desarrollo Gerencial del Recinto de Río Piedras.
La noche de los hechos, la profesora de uno de los cursos despachó la clase como a las 7:45 de la noche, unos minutos antes de la hora acostumbrada. Ante ello, la demandante llamó a su casa desde un teléfono público en el Edificio Juan José Osuna para que la vinieran a recoger y se sentó a esperar en el vestíbulo. Este edificio está locali-zado en el área que agrupa los edificios de Ciencias Sociales Graduado, Ciencias Sociales, Comercio y Pedagogía, área que se conoce comúnmente en la U.P.R. como la de los ‘cuatro grandes’.
Al poco tiempo de estar esperando, se sentó a su lado un individuo joven. Éste aparentaba estar nervioso. Sorpre-sivamente, *301 el individuo sacó un cuchillo [NOTA3] puntiagudo y afilado que colocó en el cuello de la joven. Sujetándola por un brazo, y mientras la amenazaba con el cuchillo, la obligó a levantarse del banco. Atravesaron primeramente el vestíbulo del edificio y luego cruzaron la calle para adentrarse en un área oscura frente al Edificio Juan José Osuna. En ese lugar no había alumbrado y la vegetación, de aproximadamente tres (3) pies de alto, era tupida, cerrada y espesa. Cerca del lugar había árboles frondosos con lianas y bejucos que hacían el área más densa aún. Durante todo el trayecto no se toparon con persona alguna.
Al llegar al lado de un transformador eléctrico, el agresor ordenó a la joven codemandante Elba A.B.M. detenerse y quitarse la correa y el pantalón que llevaba puesto. Ante el estado de confusión de la joven, el agresor terminó por quitarle él mismo la ropa de la cintura hacia abajo, incluso sus prendas íntimas. Acto seguido, éste procedió a violar y abusar sexualmente de su víctima en forma oral, genital y anal.
Durante su testimonio en corte, la víctima relató que luego de que el agresor ya la había violado, se levantó y le exigió entonces que colocara su genital en la boca de ella. Éste le iba indicando, mientras seguía amenazándola con el cuchillo, las cosas que quería que ella le hiciera. Al respecto la codemandante Elba A.B.M. expresó: ‘[e]n una ocasión cuando me caí, me agarró por el cuello y me dijo que no gritara y que hiciera lo que él decía. Me ordenó que me pusiera de espaldas y se me tiró encima y me introdujo el pene por el ano; luego me introdujo el dedo por el ano y después lo hizo por la vagina. Estaba convencida de que no saldría con vida de allí. [É]l me indicó que me pusiera de espaldas y me introdujo *302 otra vez el pene por el ano. Entonces, comencé a rezar . . .’. Apéndice, pág. 28.
Fue precisamente mientras era sodomizada nuevamente que se percató de que el cuchillo del asaltante se hallaba en un lugar a su alcance. Haciendo uso de un pie fue acercando el cuchillo hasta que pudo tomarlo con su mano derecha. Mediante un movimiento rápido y sobre su hombro izquierdo logró alcanzar y herir de muerte a su agresor. En estos momentos comenzó a gritar y a pedir ayuda. El individuo, aunque herido, forcejeó con la joven en un intento final de quitarle el cuchillo. Durante este forcejeo la codemandante Elba A.B.M. cayó al suelo con el cuchillo en la mano, enterrándolo en la tierra mientras el agresor intentaba quitárselo. No obstante, asustado por los gritos de su víctima, él optó por salir corriendo hasta desplomarse más adelante. Por su parte, la codemandante, desnuda de la cintura hacia abajo, herida, sangrando y con el cuchillo aún en la mano, salió de los arbustos gritando y pidiendo ayuda. Ante esta trágica situación, varios estudiantes acudieron a socorrerla. Una estudiante le ayudó a ponerse la ropa, mientras otro fue en busca de la guardia universitaria.
Aunque se suponía que la noche de la agresión hubiese un guardia universitario en la valla de seguridad al lado del Edificio Juan José Osuna y otro dando ronda preventiva en motora a través de los cuatro (4) edificios que ocupan ese lugar, esa noche no había guardias universitarios cerca del lugar. Los dos (2) guardias asignados al turno de 8:00 P.M. a 12:00 de la medianoche habían informado que estarían ausentes de su trabajo. Éstos no fueron sustituidos. No existía plan o procedimiento alguno para ello. La guardia universitaria no había establecido un sistema de prioridades para atender la seguridad de los estudiantes.
Los primeros guardias universitarios se personaron al lugar diez (10) minutos después de que fuera el estudiante en busca de ayuda. Llegaron conduciendo una ambulancia. La *303 codemandante Elba A.B.M. y la Sra. Margarita Aguida, estudiante que momentos antes la había ayudado a vestir, subieron a la ambulancia. Luego de haber recorrido un corto trecho, uno de los guardias universitarios les informó que tenían que detenerse a recoger otra persona que se estaba desangrando dentro del Recinto. Esta persona resultó ser el agresor. A pesar de la desesperada oposición de la víctima de tener que compartir la ambulancia con su agresor, se le informó que no había otra ambulancia disponible, que el herido tenía preferencia y que su única opción era acompañarlos o bajarse de la ambulancia. La codemandante Elba A.B.M. optó por bajarse.
Gracias a la generosidad de otro estudiante, pudo por fin trasladarse en el vehículo de éste al Hospital Guadalupe donde, a pesar de estar sangrando, tanto anal y vaginalmente como por otras partes de su cuerpo, le indicaron que no la podían atender porque su caso debía ser referido al Centro de Víctimas de Violación. Ante ese hecho, los estudiantes la llevaron al Centro Médico donde se le atendió y se le sometió a un examen pélvico. El informe médico confirmó todos los aspectos principales del ataque y las condiciones físicas en que se encontraba la joven Elba A.B.M. después de la agresión.
Lea el caso completo acá.
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