Permanecer indiferente a ciertos comentarios implicaría, en lo que a mí respecta, ser cómplice de la distorsión y la desinformación del pueblo de Puerto Rico. Muchos y muchas se preguntan hoy por el derecho a la protesta y la huelga como una modalidad de su ejercicio. Rápidamente sacan de cajón de los recuerdos algún caso añejo mediante el cual es Estado permite o no cierta actividad que puede considerarse dentro de lo que el Estado mismo supone como “libertad de expresión”.
Ahora bien, como hijos e hijas del liberalismo político, no me extraña que quienes se piensan dentro del Estado como su único marco de referencia político busquen en éste la pista legitimadora de una acción de protesta. En este sentido no puedo evitar preguntarme si en la medida que el Estado autoriza cierta actividad esta no pierde entonces su potencial subversivo y su capacidad de ejercer presión en las estructuras a las cuales está destinada. Es decir, ¿tenemos los ciudadanos y ciudadanas pedirle permiso al Estado para manifestarnos en contra de éste? No lo creo.
El derecho a la protesta, como pilar básico de todo orden democrático, existe y debe ser ejecutado sin mediatización alguna del Estado. En el caso particular de Puerto Rico y la huelga de los y las estudiantes ha sido el Estado el principal escollo en la consecución de los reclamos hechos por el movimiento estudiantil. En este sentido, la resistencia no puede ni debe ejercitarse desde los límites de un Estado al servicio de los grandes intereses sino más bien debe redefinirse desde la apropiación de nuevos espacios.
En los últimos días fuimos testigos como el poder desnudo del Estado se ejerció contra el pueblo de Puerto Rico. Desde la violencia física, acá, como la simbólica, la Policía de Puerto Rico se dedicó a violentar y lacerar un pueblo ávido de democracia y resistencia. En este sentido, el derecho a la protesta no puede ni debe estar circunscrito a la Constitución o las interpretaciones que de éste haga el Tribunal Supremo. Es momento que se entienda que el derecho a la protesta trasciende el campo del Derecho mismo porque su espacio es el propiamente político.
De esta manera, para quién se jacte de vivir en un orden democrático, es una contradicción en los términos preguntarse si tal o cual grupo tiene derecho a resistir. En el momento que un cuerpo político se plantee la posibilidad de contar con la anuencia del Estado para ejercer resistencia en ese momento habrá muerto la democracia.
En este sentido es hora ya que desterremos los mitos liberales que tan encarnados están en nuestras sociedades y empecemos a vivir políticamente. Reconocer que está en nuestras manos la capacidad de crear nuevos senderos más justos y democráticos donde la participación del pueblo no sea una prerrogativa del Estado sino un ejercicio diario de libertad y compromiso.
Los que intentan reprimir las manifestaciones lo hacen porque ahora son ellos los que están al poder. Lcda. Ygrí rivera se pasa pregonando como un estribillo que los estudiantes no tienen derecho a huelga y analistas como Luis Dávila Colón le siguen el juego. Así mismo decían cuando los maestros nos fuimos a huelga en el 2008 y los estudiantes nos apoyaron. Pero que sigan ladrando que eso quiere decir que se va por buen camino.
ResponderEliminarAdelante y éxito