23.7.10

Tratado de Fotografía Contemporánea*

La belleza, entendida como lo que a mí me da la gana de llamar belleza,

es una maldición que sonríe y llega cálida a pesar de que sonríe
desde Helsinski


una herida en alguna fibra que se hiela con el toque de tu lengua
recién saboreada por un helado de azafrán 

la belleza
la puta belleza entendida como lo sublime y lo siniestro
desde alguna ciudad perdida de la pérdida

que jura y perjura que es posible perdonarle que es terrible

y que pretendo que me eleva sobre mi propia animalidad

pero me anima a ladrar que la belleza es capaz de tragarse lo que soy

transformada en una boca que acaba de probar el cardamomo

y proferir de manera amena un verso despiadado y de seda

que se encuentra en los libros sagrados 
de los antiguos habitantes

del valle del Indo
y definir la belleza es callarse de manera azul en el silencio
que es la lengua de los antiguos brahmanes
eso es entender la naturaleza quebrada de una imagen
que me sonríe desde otro vértigo imantado llamado lugar
sonriendo más alla de lo conceptual como si no lo fuera,
como si fuera algo para el sujeto y no, es algo libre, 

como la palabra atman
o
lo que me dé la gana de morir y maldecir en un modo amplio,

con las coordenadas del tiempo y el despacio modo de viajar,

y hay algo escindido en el contemplar que rehuye la mirada, si acaso
considero que hay en esa imagen una mirada que no corresponde al sosiego,

como no corresponde a la paz este modo de querer el mundo distinto
en el que el amor sea un modo de producción justo que permita

que ellas se amen entre sí, que ellos se enamoren entre ellos y que tú

no me tengas que pedir perdón y yo no tenga que sentir que me desangro

mirando una imagen lejana en la que la belleza
según mi propia definición,

se deja retratar

lozana

*Poema inédito de Vicente López Cabral

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