27.7.10

Tratado de Fotografía Contemporánea (continuación)*

Foto tomada de Internet
Destituida de la forma lo sublime vuela
hasta representar el infinito
(quizás en un té de manzanilla servido en la calle)
como el humo y el aroma se niegan a tener finalidad.
Estas palabras son un artefacto
que se aleja de las comparaciones.
Si algún número tiene la idea de lo grande
entonces, ¿cuantas imágenes desde Punjab son necesarias?
Una, quizás.
Y el único fin de esa mirada natural que está allí
es quien mira.
Sé que no está claro
La belleza deber poder ser pensada
como una naturaleza acorde a las posibiidades de la libertad. Sin embargo, aprisiona,
y eleva sobre la producción el deleite.
¿Cómo tan cerca de la piel algo que está fuera de mí?
Tu fotografía: la imagen es para mi razón
un fin práctico, el delirio. El delirio como una vía
que corre paralela al arte sin llegar a serlo todavía.
Falta que estés aún más lejos en el olvido
y eso no va a suceder. Y eso que no sucede
es la negación del dominio de la naturaleza
(¿otra vez el arte es desearte?)
sobre todo aquello que enlaza desde sí
cosas antagónicas como lo que llevo en el sueño
como un cofre y lo que guarda mi mirada que no es para mí.
Lo tangible que hay en estas palabras es una suerte de dolor
que es la contrapartida de decir algo.
El silencio es una modificación antigua del lenguaje
que repara en la dura ley de lo que somos,
estos ojos que tienden a hacer coceptos entre la distancia
entre tus ojos que habrán visto los búfalos de agua
en alguna ciudad de cal.
¿Arde, entonces, todo lo que es mediación?
Quisiera que no supieras que miro las imágenes
pensando en que el arte
debería ser todo el dolor acumulado en la historia
pero tu fotografía al lado de la estatua de Sibelius
es sólo una intención elemental de recordar
y ni siquiera es mi mirada.


*Continuación de un poema inédito de Vicente López Cabral

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