28.8.10

Aquiles y la Tortuga (Publicada hoy en El Nuevo Día)*


Según cuenta Zenón  Aquiles, siendo el más astuto y rápido de los guerreros, nunca pudo ganarle la carrera a la tortuga.  La explicación  es sencilla:  la tortuga partió antes e independientemente de la rapidez y la perspicacia de “el de los pies ligeros”, éste nunca podría avanzar ese trecho que la tortuga le había aventajado.

La situación de la Universidad parece ser igual.  No importa cuánto la comunidad universitaria redefina sus estrategias y rediseñe sus acercamientos a los problemas que la aquejan, la administración pareciera “picar alante” siempre. Entonces una no puede evitar preguntarse si es que realmente ese trecho aventajado constituye un abismo insalvable o, en cambio, pudiera delinearse un curso de acción común que ayude a mantener el proyecto universitario en pie.

Recientemente la rectora del recinto riopedrense anunció un recorte masivo en los cursos y secciones que se ofrecerán el próximo semestre.  El recorte afecta los programas subgraduados y graduados y tiene el efecto de desmantelar departamentos completos. También se anunció que se eliminarán las descargas por investigación y los destaques de empleados y profesores en proyectos que enlazan la Universidad con la comunidad.  Los asistentes de cátedra e investigación pronto serán recuerdos de un pasado que, sin duda, fue mejor.

Ante este panorama, ¿de qué habla la agencia acreditadora cuando afirma que la Universidad no resiste un cierre más? Aunque institucionalmente abierta ¿la reducción en los cursos no la cierra de facto? En el instante en que se escoge al profesorado como el primer reglón a recortar se socava el pilar fundamental de cualquier institución postsecundaria. En ese momento la Universidad, y todo su poder creador, cierra las puertas al crecimiento, desarrollo y transformación social, cultural y política.

Así, de manera acelerada, la Universidad de Puerto Rico pareciera alejarse cada vez más del proyecto universitario, abandonando su misión social y reduciendo el espacio académico-intelectual.  El desasosiego es por partida doble.  Por un lado, los profesores se encuentran encajonados en los cursos básicos de cada disciplina; por el otro, los estudiantes no ven la Academia como una opción.  Ambos sectores emigrarán, perderemos nuestros mejores profesores y nuestros mejores estudiantes.

La paradoja de Aquiles –tiempo después- encontró solución.  Para resolver la universitaria debemos entonces sentarnos a pensar cómo podemos dar una zancada que recorra una distancia mayor que la que recorrió la administración hasta ahora.  Para ello es indispensable mirar críticamente el pasado, rescatar los aciertos, repensar los desaciertos, reconocer que nadie tiene el monopolio de la verdad, abandonar los juicios moralistas y sacar adelante un proyecto que si sigue a la deriva se hundirá en la próxima década.

*Esta columna se publicó hoy en El Nuevo Día pág. 62

No hay comentarios:

Publicar un comentario