16.8.10

Excurso

El miedo a la oscuridad se pierde a los seis años


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Comprendo que te enferme.  Al fin y al cabo vivir con una sombra que te persigue noche y día no es fácil ni tendría, tampoco, porqué serlo.  Es tan difícil, quizá, como pensar que mañana te vas a levantar y Fortuño ya no será el gobernador o que Rivera Schatz no estará en el Senado o que, quizá, Rodríguez Ema no moverá los hilos de la marioneta principal. 

Aunque una quisiera que fuese así, no lo es. Te levantás y ahí están, riéndose la risa del descaro y la desvergüenza y por una esquina, la sombra les hace el juego tirándoles una guiñada cómplice.  Sabés, no es fácil, no tiene por qué serlo.

Sobre todo cuando la sombra es una gran sombra, y la corrés pero no la alcanzás porque, como toda sombra, va siempre un paso más adelante. Apagás las luces, te tapás los ojos, evitás hasta tu propio reflejo por evitar la sombra.  La sombra no se va.  No podés comprender que es independiente de vos. No importa si apagás todas las luces de la casa o si mandás a desenchufar todos los faroles de las avenidas y calles de la ciudad, está ahí, y vos la ves

No te preocupés cariño que, con el tiempo y un poco de buena voluntad, te dejará de molestar.  Poco importará si su nombre sale impreso en el periódico local o en una pared de Feisbuk, que tanto está de moda.  Nada afectará que sus fotos pululen en el éter o que alguna noche te parezca que la viste pasar... Qué importa si la ves por ahí, tan libre, tan liviana, tan sombra, si al fin y al cabo las sombras sólo aparecen por las noches y al primer rayo de sol todas las sonrisas fingidas y las impecables muelas de atrás vuelven a aparecer, elegantes, en las fotos familiares...

Olvidate –así, con acento argentino- en definitiva, según la Real Academia Española (que tanto sabe de estas cosas) dice que no es más que una proyección de un cuerpo opaco al ser interceptado por la luz.  Es más, para darte una manito medio filosófica, en la caverna de Platón, los que estaban allí veían sólo sombras, que no eran más que un simulacro de las ideas. 

¿la felicidad es una idea? No, no te pongás así che, que nunca quise decir que lo tuyo es un simulacro de felicidad... No, nada que ver, si ya te dije, que con tiempo y buena voluntad, una aprende a vivir con las sombras...

Ah, un último consejo, tampoco te enfermés tanto que, como está la situación del país, una no sabe cuando se quede sin trabajo y el plan médico pase a mejor vida.  Ya sabés también que en el gobierno no se puede confiar, lo único que les falta es quitar la reforma. No vaya a ser cosa, che, que tras que la sombra te persigue, también te agarre enferm@.  

Por último, pedile a papito Dios, que según las amigas de mi amiga Laura, hace que una pase exámenes, gane partidos de fútbol, medallas de oro, peleas de boxeo y elecciones, entre otras, meibi, también desaparezca sombras.  Y no llorés más, que la psicóloga dice que el miedo a la oscuridad se pierde a los seis años.

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