Hannah Arendt expresó en más de una ocasión que lo más doloroso de su experiencia con el ascenso del fascismo en Alemania, fue la complicidad de muchos de sus amigos. Aunque lo que que vivimos en estos tiempos no es fascismo, en el sentido riguroso e histórico del fenómeno, ciertas de sus características se hacen sentir en la manera comonuestros políticos se coducen en el espacio público, en la amenaza que se cierne sobre la libre expresión y muy particularmente, en la ausencia de nuestra participación en las decisiones que afectan la vida académica en nuestra universidad. Una de esas decisiones, tomadas sin el insumo ni en consulta con las y los colegas que por años hemos trabajado y colaborado con el Programa de Estudios de la Mujer y el Género, ha tenido el efecto de eliminar nuestro presupuesto.
Como recordarán, este proyecto surgió en respuesta a una convocatoria de la Oficina para la Vicepresidencia de Asuntos Académicos de la Universidad de Puerto Rico, inicialmente adscrito al Decanato de Asuntos Académicos de nuestro Recinto, y finalmente, como programa adscrito al Departamento de Ciencias Sociales, Facultad de Estudios Generales. Durante los años de mi coordinación y bajo la actual coordinación de la colega Mara Negrón, el programa ha crecido, en número de estudiantes, vínculos con otras facultades y recintos, intercambio de profesores, actividades dentro y fuera del recinto, reconocimiento internacional. Recientemente, el DEGI nos otorgó una propuesta para el desarrollo de un Programa similar en el nivel graduado.
Sin embargo, al día de hoy, hemos perdido el presupuesto que con tanto tesón defendimos y con el cual hemos servido, y muy bien, a nuestros estudiantes durante casi diez años. Igualmente, hemos contribuido a elevar la imagen del Departamento y la Facultad en el Recinto, dentro y fuera del país. Con gran sorpresa e indignación, ayer descubrimos que no fuimos incluidas en las deliberaciones presupuestarias de nuestra facultad ni en el informe que se sometió a la Oficina de Presupuesto del Recinto. Por lo tanto, no tuvimos siquiera la oportunidad de defender nuestro pequeño pero significativo presupuesto de aproximadamente 23,000.00.
Esto ocurrió en un escenario donde la coordinadora estuvo inquiriendo constantemente sobre el presupuesto, acudió en repetidas ocasiones al Decanato en busca de información y sostuvo conversaciones con el director del Departamento. Yo personalmente abordé a nuestro director sobre los dos cursos INTD en oferta y con matrícula de 20 y 22 estudiantes, respectivamente. Me informó que se iban a ofrecer con cargo a la cuenta del Departamento. El tono casual de su respuesta me dejó perpleja. ¿Y el Programa? ¿Y su coordinación? ¿ Y la deferencia que nos merecemos las profesoras que colaboramos con el programa? ¿ Por qué no se nos invitó a las deliberaciones? ¿Por qué no aparecemos en el informe de la Faculta a la Oficina de Presupuesto? No se puede justificar esa acción de ninguna manera. La crisis de la que hablo no es la presupuestaria. Con esa se puede lidiar siempre que tengamos la información y podamos defender nuestros intereses. La crisis es de otro orden, tiene que ver con la manera como tratamos al otro, con la ausencia de deferencia con los pares, con el desdén con que se maneja el trabajo meritorio y productivo, con lo poco que importan, efectivamente, nuestros estudiantes. Ya bien lo dijo Arendt... y yo la parafreseo, lo peor es lo que nos han hecho nuestros amigos.
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