11.12.12

En Rojo Especial - Violencia Machista Institucional


Barbarie: La violencia de género en la UPR

Casi todos los años, sin excepción (y cuando la administración universitaria no lo oculta), se registran múltiples casos de agresiones sexuales contra compañeras estudiantes. Sabemos, las que estudiamos en las oscuras facultades de la Iupi, que ocurren muchísimas más cosas que nunca se reportan o que nunca reportamos. Estudiantes ocupan torre de la UPR.
Foto por: Héctor Miranda
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Publicado: lunes, 10 de diciembre de 2012
Teresa Córdova Rodríguez/Especial para En Rojo
La Universidad de Puerto Rico: cuna de la intelectualidad puertorriqueña, bastión de defensa y de lucha contra el neoliberalismo y un nido más de la violencia machista. Casi todos los años, sin excepción (y cuando la administración universitaria no lo oculta), se registran múltiples casos de agresiones sexuales contra compañeras estudiantes. Sabemos, las que estudiamos en las oscuras facultades de la Iupi, que ocurren muchísimas más cosas que nunca se reportan o que nunca reportamos.

Recientemente, la rectora del Recinto de Río Piedras, doctora Ana Guadalupe, implantó un nuevo Plan de Seguridad, usando precisamente estas situaciones para justificar un gasto millonario de dinero para ponerlo en marcha. La instalación de cámaras en lugares públicos, la transformación de la guardia universitaria en un “campus police” en consorcio con la Policía de Puerto Rico, el registro de toda persona que se aventure a entrar en el laberinto que se ha convertido el principal recinto del País, son algunas de las medidas en vías a –alegadamente– proteger a las estudiantes que de noche (e incluso de día) tenemos que caminar por pasillos solitarios y sin iluminación. Pasos tan sencillos como brindar mejor iluminación y la poda de ganchos que tapan los focos son absolutamente ignorados.

Asimismo, se circulan folletos en los que se les advierte a las estudiantes que, de ser atacadas, no se preste resistencia ante el agresor. En todos los casos -¡sin excepción!- en los que las compañeras han salido ilesas, ha sido gracias a que se han defendido de quien les intercepta en algún rincón de la Iupi. Ha sido la autodefensa, y no los pocos recursos que en realidad ofrece la UPR, lo que ha prevenido que las compañeras sufran peores agresiones. Mientras tanto, la Rectora no pisa ni dos pies sin ser escoltada por guardias universitarios, cuando en el Recinto hay una gran escasez de éstos, y que cuando cae la tarde son casi inexistentes.

Sin consultar, ni mínimamente tomar en cuenta a la comunidad universitaria, sin que se les ocurriese comunicarse con las compañeras que han sido objeto de ataques sexuales, la implantación de este plan de seguridad sigue en marcha. En contraparte, se elimina el Programa de Estudios de la Mujer y el Género, se recorta el cupo en el cuido para las jóvenes madres y lo que es en cierta forma hasta peor: se utiliza la violencia machista que proviene de fuera de la Universidad para justificar agendas políticas, mientras la que proviene de manera institucional sigue impune.

Como si fuera poco, las medidas que se están tomando surgen de fondos federales destinados de manera específica a la prevención de agresiones sexuales. De una forma casi irónica, a las compañeras se les está agrediendo por partida doble: una vez es la agresión en sí, la segunda es aprovecharse de lo que han vivido para llevar a cabo una agenda política destinada a proteger una Universidad cada vez menos accesible para muchas y muchos.

Vemos entonces, cómo la violencia machista en la Universidad de Puerto Rico es doblemente ejercida. Es decir: de manera física o verbal, y de manera institucional. Todavía muchas recordamos cómo la misma administración que hoy dice tener el interés de proteger las compañeras, avalaba durante las huelgas universitarias las acciones de agresiones sexuales contra compañeras. Todavía muchos recordamos cómo la compañía de seguridad Capitol Security del ex uchador Chicky Star, atacó a un compañero de la comunidad LGBTTI y que, luego de que se le negó atención médica, tuvo que ser hospitalizado con fuertes contusiones que pusieron en peligro su vida. Ese día, la portada de El Nuevo Día sólo mostró los cristales rotos de alguna guagua de la Guardia Universitaria. El titular: Barbarie. La barbarie real, la barbarie humana, no apareció por ningún lado.

Y es que todos los días se viven barbaries de violencia en este País. La Universidad no es una excepción. La Universidad las reproduce. Nunca ha importado que haya mujeres a la cabeza de la institución –esto es una falsa idealización-: tanto Ana Guadalupe en la administración saliente, como Gladys Escalona de Motta en la administración popular, han estado al mando del Recinto de Río Piedras y no se han tomado pasos proactivos para erradicar la violencia de género en la UPR. Todo lo contrario: se oculta.
 

La autora es estudiante de la UPR en Río Piedras y miembro de la Unión de Juventudes Socialistas del Movimiento Socialista de Trabajadores.

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