La protesta es un fenómeno que pretende llamar
la atención del Estado para que actúe frente algo o para que cese alguna
actuación. Ésta se da por canales no institucionales dado que los
institucionales no están disponibles, sea porque son inexistentes o porque
simple y llanamente se dificulta el acceso de manera tal que es imposible
llegar a éstos.
De esta manera aparecen en el terreno de lo
público diferentes manifestaciones de protesta que el Estado atajará según
entienda necesario. En el contexto de la UPR las
manifestaciones que se han dado dentro y fuera de ésta no son más que un
ejemplo de la protesta social. Aunque podamos coincidir o no con las
razones y las estrategias, lo cierto es que la falta de canales institucionales
que permitan encauzar reclamos ha provocado que el estudiantado busque formas
alternas de llamar la atención estatal.
Recientemente, a la carencia de canales
institucionales, se sumó la renovación de la orden administrativa que prohíbe
cualquier manifestación masiva dentro del recinto riopedrense. Lo cual, sin lugar a dudas, lleva en sí
misma la posibilidad del aumento de la protesta en el campus .
Esto no quiere decir que se justifiquen las
violencias dentro del Recinto sin más. Al contrario, se debe analizar el
escenario en su complejidad destejiendo las relaciones de poder y autoridad
entre las comunidades universitarias y las relaciones de éstas con la administración. En este sentido, y aunque la
prohibición de actividades masivas en el Recinto quiera enmarcarse dentro del
poder del Estado de reglamentar la libertad de expresión, también es cierto que
mediante la mencionada orden la administración universitaria cierra el último
canal que permite encauzar los reclamos, no sólo del estudiantado, sino también
de cualquier miembro que quiera así hacerlo.
En este sentido, no debería extrañarnos que los
focos de protestas aumenten, que el Estado reaccione frente éstos
mediante el uso de la fuerza encarnada en la Policía y que a su vez se puedan desencadenar
situaciones de violencias e inseguridad para actores y actoras que no
necesariamente participan de las actividades. Ante la
instauración de esta dinámica en el terreno público es importante tener claro
que es el Estado quien está fallando en la canalización de los reclamos
estudiantiles en particular y los ciudadanos en general.
Nos estamos moviendo en dirección a una
restricción cada vez mayor de nuestros derechos democráticos, principalmente
los de libertad de expresión y asociación. Es preciso que pensemos más allá del
contexto universitario dado que las prohibición podría extenderse a otros foros
que tradicionalmente se han utilizado para la expresión.
Columna publicada hoy en la sección Voces de ¨El Nuevo Día¨, página 50 |
1.3.11
Sin derecho a protestar
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