20.10.10

Protejamos tu MAI (y la libertad de expresión)*





Hace unos días, mientras repasaba las noticias matutinas entre FB –chisme del día– y los periódicos locales –escándalo político de turno– me topé con un “statement” muy curioso.  Un arte muy bien hecho que rezaba algo así como basta ya de vandalismo o algo parecido.  Lo primero que me llamó la atención es que hacían referencia a una expresión política –MAI o matrícula ajustada a los ingresos– lo segundo fue que quienes abogan por este tipo solapado de censura son los mismos y mismas que en múltiples ocasiones abogan por la libertad de expresión. Para aquellos y aquellas que tienen FB les dejo el arte aquí.[1] Sobre la censura les dejo por acá el excelente artículo de la profesora de Derecho Érika Fontánez Torres que se publicó recientemente en 80 grados.


La RAE define el “vandalismo” como  1. m. Devastación propia de los antiguos vándalos. 2. m. Espíritu de destrucción que no respeta cosa alguna, sagrada ni profana.  Dicen las malas lenguas que los vándalos saquearon a Roma en el año 455 y que durante el saqueo arremetieron contra todo lo que encontraron por allí. No está demás decir que Roma estaba en decadencia y que como a todo lechón le llegó su Navidad.  Lo cierto es que, ya en la modernidad, se comienza a utilizar el término “vandalismo” para señalar la destrucción de propiedad privada.  Como todo término tiene su historia, la cual es importante conocer, analizar y contextualizar.  Los Vándalos era  un pueblo “bárbaro” pero, como todo, habría que ver quién tenía el poder para nombrar.  No hay duda que los romanos ejercían el control y dominio absoluto de la región y que, como es costumbre, se arrogaban la potestad para decir quién pertenecía a la civilización y quién, en cambio, era un bárbaro.  Adelantando que no soy muy ducha en este tema, me atrevo a arriesgar que los romanos habían sometido históricamente a estos pequeños pueblos quienes, en un acto de resistencia y rebelión, arrasaron con Roma y la vandalizaron, obviamente.

Sin embargo, y más allá de la etimología de la palabra vandalismo, el graffiti se reconoce como un medio de expresión político y artístico.  Si bien su uso se remonta a la época de las cavernas, lo cierto es que su uso como reivindicación de los sectores oprimidos comienza en la década de los 70, aunque existe desacuerdo sobre quién inició el movimiento.  Lo importante es destacar que el graffiti ha sido utilizado como método de expresión de aquellos y aquellas que de ordinario no tienen acceso a los foros que podrían estar disponibles para otras clases sociales. No es raro entonces que su penalización por parte del Estado y su consiguiente definición como “acto vandálico” esté íntimamente ligada a la censura.  Es decir, el Estado se abroga la capacidad de censurar atribuyéndole más peso a la propiedad que a la libertad de expresión, lo que nos da una pista sobre quiénes pueden, consciente o inconscientemente, defender la prohibición del graffiti en espacios estatales y civiles.

De esta manera no es difícil adivinar que el graffiti como modalidad de la libertad de expresión se convirtió en objeto de muchas críticas y controversias.  La contraposición entre los intereses de quién busca expresarse y los intereses del dueño o dueña de la propiedad, sea un privado o el Estado, parecen guiar la discusión.
En este sentido, esta modalidad del arte y expresión política está, también, atravesada por el poder, sobre todo cuando de expresión espontánea se trata.  Esta última, generalmente surge en el contexto de manifestaciones y protestas políticas; se tratan de consignas que se expresan contra el Estado, la clase dominante y el poder económico.  Ordinariamente estas son expresiones no protegidas, muchas veces censuradas inmediatamente y estigmatizada bajo el epíteto de  vandalismo.

Es importante destacar que en el graffiti, como el arte en general, existe una división entre high art y low art, así hay expresiones graffiteras que son más protegible que otras.  Aquellas que parecen ser inofensivas como los murales en la Ponce de León y la Gándara, son protegidas y auspiciadas por el Estado, en este caso el municipio de San Juan, y las consignas políticas, como el mural del Movimiento Amplio de Mujeres de Puerto Rico, rápidamente se tapan, pues no están cobijadas bajo la protección de creación artística según afirman sus detractores.

Así, no se puede desligar el graffiti del elemento de clase que le ha dado origen.  No podemos pensar que las expresiones coloridas que hoy ocupan las paredes de nuestro espacio urbano surgieron en un vacío de significados como tampoco surgen en un vacío de significados la expresión “Yo quiero mi MAI” o “Que la crisis la paguen los ricos”.  Estos aparecieron como una expresión contestaria con significado político que pretende denunciar, expresar y reaccionar los artilugios del poder, en este caso la aplicación uniforme de la matrícula lo cual redunda en una gran injusticia. 

También hay que reconocer que, hoy por hoy, esas expresiones han sido, si se quiere, cooptadas por el poder, y así se han vuelto instrumento de expresión no sólo de sectores contestarios sino también de diferentes sectores que más que una expresión política quiere buscar espacios alternativos del arte.  Esto no quiere decir que el mensaje no sea político sino más bien que hay una política del mensaje.  Se busca, de esta manera, la democratización de los espacios artísticos que permitan un mayor acceso al arte y que lo saque del dominio de las galerías y museos.

Ambas modalidades deben estar protegidas, aquellas que surgen espontáneamente fruto de  manifestaciones, protestas y buscan plasmar un mensaje político como aquellas que buscan la democratización del arte a través de la ocupación de espacios urbanos antes vacíos.  Abogar por la censura de este tipo de expresión contribuye a la erosión de la democracia, reduce la participación en lo político y propicia que lo político sea acaparado por aquellos grupos e individuos que puede costear campañas publicitarias masivas.  De esta manera es importante conservar y defender los espacios de expresión espontáneos, defender el uso político que se hace de ellos y, sobre todo, no alinearse con el Estado en su discurso de criminalización de la protesta.


Nota Aclaratoria:  Se removió la imagen a pedido del compañero Gabriel Laborde.  La imagen leía como sigue: MAI y u no stop vandalizing?


[1] Sobre el arte debo decir que lo tomaron del siguiente blog http://fuckyeah-y-u-no-guy.tumblr.com/

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