6.1.10

Barbosa, la fiesta y la criminalización de la pobreza

No sorprende que la derecha recurra al discurso de la inseguridad y el dinero mal habido para criminalizar la pobreza. El Estado, incapaz de lidiar con la problemática social generada por el sistema económico, recurre a la criminalización de aquellos y aquellas que menos tienen; una forma sutil y efectiva de trabajar con la opinión pública y crear la percepción que se está "luchando" contra el narcotráfico en los residenciales públicos. De esta manera, el Departamento de la Vivienda exige permisos de toda clase y complica la realización de la Fiesta de Navidad del residencial. Claro, habría que ver si, al igual que le pone piedras en el camino a la celebración, hace examen de consciencia y se pregunta por qué Ayala Vázquez pudo ocupar el espacio que ocupó en el Residencial.
Fortuño dice que hacer una fiesta no es un crimen, sin embargo busca, mediante subterfugios, imposibilitar que se lleve a cabo; mercadea socialmente la idea que el negocio principal en el Barbosa es el trastiego de drogas y proyecta, nacionalmente, la imagen del pobre como una ociosa, viciosa e incapaz de autogestionar cualquier proyecto si no es con recursos provenientes del narcotráfico. Lo que subyace a esta proyección son los prejuicios de clase que redundan en el desprecio del otro y la incapacidad para entender su problemática específica.
Así, aquellos y aquellas que se encuentran en una situación económica precaria no sólo son violentados por el sistema económico sino también son víctimas de la violencia institucional. Violencia que es producto de un gobierno insensible que mira miopemente las diversas problemáticas sociales y hace de la criminalización su primera alternativa a la hora de buscar soluciones. Mientras tanto, allá en Fortaleza se arma el bembé con los amigos del Caparra, porque esa gente sí que la sabe montar y no necesitan permisos porque el dinero de los ricos se presume legal.

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