Hay un escrito dando vueltas en la red que sostiene, a raíz de una (mala) aplicación formalista, que el acto performativo de cortar la Ave. Ponce de León frente a la estación Universidad del Tren Urbano fue un acto terrorista. El autor sostiene que fue potencialmente destructivo para la infraestructura del país y hace un llamado al gobernador de Puerto Rico para que active el poder coercitivo del Estado.
Esto no sólo es una distorsión de la realidad que nace de un análisis simple y superficial de lo sucedido en estos dos últimos días. Es una verdadera negación al principios democráticos que posibilitan el Estado de Derecho a quién el autor busca representar. La protesta, como condición de posibilidad del Estado democrático de Derecho, es un ejercicio ciudadano que no podemos permitir que se presente discursivamente como un acto riesgoso a los ciudadanos, ciudadanas y al país. Al contrario, lo que pone en riesgo a los ciudadanos y a las ciudadanas es el llamado irreflexivo al uso de la fuerza y la violencia para acallar, silenciar y destruir la disidencia. La historia, desgraciadamente, tiene innumerables ejemplos de puesta en marcha de maneras homogeneizadas de pensar donde la pluralidad de todos y todas se va ciñendo cada vez hasta convertir a los hombres y mujeres en un gran hombre/mujer masa. Así comenzaron las máquinas de exterminio y los muertos y las muertas los cargamos en la espalda.
Por eso, entiéndanse los y las que hacen un llamado a la represión interpelados, que sobre su consciencia cargará la responsabilidad de la represión, abuso policíaco, persecución y hasta posibles muertes que su llamado produzca. En la coyuntura actual, donde momentos fascista y totalitarios invaden a diario la cotidianidad, los análisis superfluos como el que circula por el espacio cibernético es una falta de responsabilidad y sensibilidad que apoya y abona a la legitimación del uso de la fuerza por parte del Estado pero que sobre todo denota un gran desprecio a la democracia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario