Una vez más vemos el intento orquestado de una administración que mediante la intimidación y la prepotencia intenta desarticular el movimiento estudiantil. Estos cierres arbitrarios no sólo atentan contra la libertad de expresión sino también atacan la fibra misma de un proceso de desarrollo y crecimiento político que los y las estudiantes estamos viviendo.
El último cierre de la Universidad decretado por los y las estudiantes fue uno abierto al diálogo, la participación y el entendimiento. La dinámica que se dio frente a los portones de la Universidad fue una que enriqueció a todos y a todas y que nos ha fortalecido como colectivo. Muestra de ello lo fue la primera Jornada Estudiantil de la Revista Jurídica la cual contó con casa llena.
Debemos señalar que la controversia aquí no es el acto performativo de cerrar los portones, sino más bien el ejercicio del poder desnudo sobre los y las estudiantes. La arbitrariedad de una administración que violenta una vez más procesos de toma de decisiones bajo el discurso de la seguridad. Es tarea de todos y todas hacer un análisis riguroso, profundo y sobre todo crítico que busque deconstruir un discurso que en definitiva tiene como único objetivo minar la credibilidad de los y las estudiantes y los mecanismos escogidos para ejercer el derecho a la protesta. Una vez más, donde hay poder hay resistencia. Aquel Estado que se autonombre como Estado democrático de Derecho debe reconocer que la protesta no es un derecho que se otorga sino su condición de posibilidad. Adelante compañeros y compañeras!!!
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