Schatzstaffel

“¡Sáquenlos de las calles!”, ordena la Schatzstaffel del presidente senatorial y su lugarteniente Santini. El pintoresco dúo de macanas con corbata mantiene al pueblo cautivo. Asaltan, estos pornógrafos, la imaginación del votante incapaz de resistirse a un macho autoritario en las urnas. Imaginen lo que hace disponer de dos.

Sótanos malolientes sobran para sus fantasías, desde la guarida municipal del aprendiz de “soprano” hasta el Reichstag capitolino. Pero las dos estrellas del “hardcore” penepeísta prefieren satisfacer las ansias de su electorado en plena calle. Para ello todas han de ser oscuras, peligrosas y malas.

Al acecho anda la SS en la avenida Universidad, frente a “El Rubí” de la Canals, y hasta en Desecheo, si encontraran gente.

Tienen historia estas persecuciones contra todo lo que enriquezca al espacio público. Primero fueron los “come-y-vete” de Santurce, criminalizados en los noventa por un arquitecto infatuado con la civilidad de Barcelona. Luego cristales ahumados tapiaron a los otrora abiertos —y caribeños— antros de cerveza y fritingón.

“Port-O-Call” fue el último en interiorizar la acción. Antes vimos morir a “La Nueva Yahaira”. Vulnerada su vitalidad por códigos de orden público, quedaron las calles desiertas, hasta ser reconquistadas por las masas refugiadas de la recesión. Esta vez la Schatzstaffel pretende dispersarlas con el siguiente plan de acción:

1)Restringir la venta de alcohol en espacios públicos, fomentando los “after hours”, que son sucursales de cocaína operando desregulados hasta el mediodía siguiente.

2)Ofrecer el peor servicio de transportación pública posible, para limitar el acceso al espacio.

3)Privatizar el tiempo libre, para ideologizar al ocio.

4)Sustituir la educación humanista por la perspectiva religiosa sectaria, que recentra la vida en el hogar, el matrimonio y la reproducción.

5)Desmantelar la oposición con un fronte abusivo y macharrán, afín a un narcoestado.

Sepan que no les va a funcionar. La estupidez los traicionará junto al efecto de sus propias adicciones: el uno a la carne, y el otro, ya ustedes saben.

n El autor es decano de la Escuela de Arquitectura de la Politécnica.