24.3.10

La cruz del Sur - J. Cortázar

En este día infame de canallas y milicos, de compas desaparecidos, de hijos e hijas apropiados y apropiadas por los represores, dejo un rayito de luz, de esos que se te cuelan por las rendijas del corazón y te iluminan por un rato...
La cruz del Sur
Vos ves la Cruz del Sur y respirás el verano con su olor a duraznos y caminás de noche mi pequeño fantasma silencioso por ese Buenos Aires, por ese siempre mismo Buenos Aires. Extraño la Cruz del Sur cuando la sed me hace alzar la cabeza para beber tu vino negro, rnedianoche. Y extraño las esquinas con almacenes dormilones donde el perfumo de la yerba tiemble en la piel del aire. Extraño tu voz, tu caminar conmigo por la ciudad. Comprender que eso está siempre allá como un bolsillo donde a cada rato la mano busca una moneda, el peine, llaves, la mano infatigable de una oscura memoria que recuenta sus muertos. La Cruz del Sur, el mate amargo y las voces de amigos usándose con otros. Me duele un tiempo amargo Ileno de perros y desgracia la agazapada convicción de que volver es vano. Comprender que un mar es más que un mar, que la muerte se viste de distancia para llegar de a poco, lenta, interminable, como una melodía que se resuelve al fin en humo de silencio. Extraño ese callejón que se perdía en el campo y el cielo con sauces y caballos y algo como un sueño. Y me duelen los nombres de que cada cosa que hoy me falta, como me duele estar tan lejos de tu caricias y de tus labios. Extraño tu voz tu caminar conmigo por la ciudad.

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