La Universidad de Puerto Rico atraviesa un momento difícil que requiere combatividad y militancia de estudiantes, profesores, profesoras, empleados y empleadas no docentes. Sectores en todo heterogéneos con problemáticas y reclamos particulares pero con un espacio común y un fin último principalísimo: la defensa de una universidad excelente, pública y gratuita. En los albores del siglo XXI no deberíamos estar luchando por detener un alza en el costo de los créditos sino más bien reclamando una verdadera reforma universitaria que garantice el acceso a la educación superior del pueblo puertorriqueño. Reforma universitaria destinada a democratizar la estructura administrativa y basada en la autonomía y el cogobierno real.
Entre tanto esta lucha comienza a darse pareciera ser que nos encajamos en pequeñas batallas y rencillas innecesarias. El movimiento estudiantil, al igual que todo movimiento, está compuesto por una multiplicidad de actores que enriquecen la discusión y ofrecen diferentes perspectivas. Acorde a lo anterior, aún cuando se participe de un frente amplio como puede serlo la coordinadora de los comités de acción, cada organización conserva su autonomía organizativa; máxime cuando el frente no está consolidado ni consta con un idea clara de cómo afrontar la supuesta crisis presupuestaria. De esta manera, algunos sectores abogarán por el diálogo y otros por la huelga, en definitiva son diferentes herramientas de luchas para atender una problemática común: el peligro que es esta administración para la educación superior en particular y la educación pública en general.
La creación de un movimiento estudiantil fuerte implica reconocer y aceptar las diferencias ideológicas, políticas y estratégicas; buscar consensos y estar dispuestos y dispuestas a reconocer que aunque se esté diametralmente opuesto a ciertas posturas éstas pueden ser tan legítimas como cualquier otra. Si hablamos de modelos solidarios de país, si hablamos de democracia, si hablamos de educación para la paz tenemos que hablar de tolerancia y entendimiento. No siempre es fácil entender al otro en su subjetividad, sobre todo cuando ideológica y políticamente se está en polos opuestos pero tampoco podemos dejar que el narcisismo de la pequeña diferencia, como lo llamaba Freud, nos proyecte como un movimiento fragmentado en sus propias luchas internas e incapaz de encarar con la fuerza necesaria el peligro al cual se enfrenta el proyecto universitario.
Particularmente pienso que una huelga indefinida, si bien no es viable a estas alturas, sí es necesaria como lo es la huelga general para Puerto Rico. Para entenderla debemos entender que no sólo se trata de un recorte presupuestario o del aumento en el costo de los créditos; más bien se trata de un intento orquestado y deliberado por desmantelar la institución más importante de un país. Sin Universidad no hay formación de pensamiento crítico y sin pensamiento crítico estamos todos y todas condenados a perecer en nuestra propia contradicción. Los y las burócratas universitarios responden a un modelo de universidad específico que busca dar al traste con un proyecto de emancipación y liberación. Un pueblo que no accede a la universidad, aunque suene trillado, es un pueblo condenado a la esclavitud.
La organización de un frente verdaderamente multisectorial es urgente. De esta manera no sólo deben integrarse los comités de acción y los consejos de estudiantes sino que deben incorporarse empleados, empleadas, profesores y profesoras para no solamente resistir sino también construir un proyecto de educación pública verdaderamente emancipador. Proyectos de esta envergadura precisan de mucha voluntad y madurez política que se demuestren tanto el en andamiaje teórico como en la acción. La voluntad y madurez se reflejan, a su vez, en el diálogo abierto y sincero pero sobre todo requiere que cada uno y cada una de los actores y las actoras estén en disposición de reconocer al otro como igual. Mientras nos sigamos pensando como vanguardias individuales lo colectivo pierde fuerza y con lo colectivo la pierde también el movimiento estudiantil.
Luego de una reunión de los comités de acción de toda la UPR-RP se acordó convocar a asambleas por facultad, empezando el 8 de abril. Estas asambleas por facultad culminarían en una asamblea general de estudiantes destinada a problematizar y discutir la situación actual de la Universidad. Ahora bien, no creo que ciertos acuerdos de asamblea impongan una mordaza a las diferentes organizaciones que participan o participaron de la reunión multisectorial. Al contrario, toda vez que se rescata la pluralidad como un elemento esencial a la participación democrática las organizaciones mantienen su autonomía para expresar qué método estratégico entienden adecuado para la consecución del fin.
Definitivamente, la heterogeneidad de métodos existe y es saludable, no podemos como movimiento cernirnos en lo que Arendt llamaba el gran anillo totalitario, un anillo que nos convierte en un gran hombre [mujer] masa con un pensamiento homogéneo y homogenizador. De homogeneidad no trata el consenso, al contrario se nutre de la pluralidad de perspectivas.
Si se quiere saber mi postura, que en ningún caso es la postura de ninguna de las organizaciones en las que participo, entiendo que es fundamental crear un estado huelgario en la Universidad de Puerto Rico. Un estado huelgario no significa necesariamente cerrar indefinidamente la Universidad, sino implica más bien desarrollar las condiciones objetivas para dar una lucha verdaderamente organizada y combativa. No podemos caer, de ninguna manera, en el fetiche de la huelga o el paro, pero tampoco podemos descartar una herramienta de presión que visibiliza directamente los reclamos de la comunidad universitaria. La movilización debe darse en múltiples frentes, en la calle, en la universidad, adentro, afuera, con portones cerrados, con portones abiertos, pero debe darse y hemos comprobado hasta la saciedad que esta administración no está abierta al diálogo ni con los y las estudiantes ni con ningún sector que no represente los intereses de las clases privilegiadas de este país.
La Universidad de Puerto Rico como su misión socializadora y agente de cambio social está en riesgo, nuestra responsabilidad es embarcarnos en la noble tarea de exigir y luchar por una verdadera reforma universitaria pero esa lucha no puede ser sino una democrática y deliberativa para eso se necesita madurez y voluntad política y como diría Voltaire no estoy de acuerdo con lo que dices pero defendería con mi vida tu derecho a decirlo.
*Foto Antonio Rodríguez Banchs
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